Convertir la oscurana en claridad, esa era la misión que llevaban los miles de brigadistas que participaron en el inicio de la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización, hace 44 años.

En su mochila los alfabetizadores cargaban la esperanza, ilusión, amor, solidaridad y humanismo, mientras que la cartilla, cuadernos y lápices era el arma principal que llevaban para salir victoriosos en la batalla contra el analfabetismo.

La docente y diputada por el departamento de Matagalpa, Juana Isaura Chavarría Salgado, compartió que cumpliendo la misión que le encomendó la revolución y gracias a Dios, fue una de las brigadistas y formó parte del Ejército Popular de Alfabetización.

Para mi cuando saco esos recuerdos me llena de mucha nostalgia, es un revivir 44 años que partimos hacia un lugar que no conocíamos, pero que íbamos con la ilusión, esperanza, cargados de mucho amor y eso llevábamos en nuestras mochilas además de cuadernos y lápices, conscientes que íbamos a encontrar familias castigados por el capitalismo”, expresó.

Recuerda que cuando se le encarga esta misión se había bachillerado y hasta su barrio llegó la invitación de jóvenes que iban hacer el censo de la alfabetización en comunidades. Luego de dar clases a los niños del barrio Santa Teresita, se organizaba la brigada de los jóvenes que iba a alfabetizar y así fue que se sumó.

“Nos organizamos y capacitamos. Luego a pedir permiso a los padres y alistamos nuestra mochilita y ya en los camiones, no sabíamos dónde íbamos, y teníamos emociones encontradas, nostalgia en dejar a la familia, pero con mucha esperanza llegamos y lo primero fue identificar a las familias iletradas, darnos a conocer porque la familia estaba a la expectativa y así nos fuimos a comunicar con ellos y así nos acogieron con mucho amor, y logramos organizarnos hasta que iniciamos las clases”, compartió.

A partir del censo se organizó la parte logística de cuantos eran los iletrados que tenía el departamento de Matagalpa, que estaba en el 74 % de analfabetismo. A nivel nacional era el 52%.

“Estábamos en una región en condiciones difíciles, la mayoría era gente pobre, gente humilde, obreros que trabajaban en la hacienda de los ricos. Y llegar un 23 de agosto del año 80 y regresar fue duro, eran emociones encontradas, salir de tu familia biológica y luego de la familia que creamos en la comunidad”, expresó.

Agregó que recordar estas fechas históricas le da nostalgia, “me eriza la piel, éramos tantos jóvenes, compañeras que recuerdo con mucho cariño que fueron parte de esa brigada escuadra Arlen Siu”.

Afirmó que la contrarrevolución quería destruir lo que se estaba haciendo por las familias, en esa hermosa epopeya histórica.

Una gran osadía de la revolución, porque a casi de 8 meses del triunfo de la Revolución, iniciar, planificar, y organizar la alfabetización no era fácil, porque veníamos de una guerra de liberación y se logró movilizar a más de 96 mil jóvenes a lo largo y ancho del país”, aseguró.

La educación logró romper las cadenas del sometimiento

Esta misión, más allá de enseñar a leer y escribir, logró a través de la educación romper las cadenas de sometimiento y explotación en la que vivían las familias campesinas.

La educación es liberación y estoy segura de eso, porque nosotros estábamos claros que no solo íbamos a alfabetizar, enseñar a leer y escribir, también aprendíamos de las familias del campo y sobre todo compartir con las familias que vivían en la dominación y opresión, donde los trabajadores eran explotados, vivían en el dominio, en esclavitud y el hecho de alfabetizar fue extraordinario y trascendental, para que luego estemos ahora como estamos con nuestra educación”, apuntó.

Para la docente, esa gran epopeya significó ir erradicando la injusticia “y luego desarrollar los valores de solidaridad, de amor, cariño, la solidaridad social, eso lo logramos despertar y sobre todo mucha conciencia”.

La compañera Isaura tuvo la dicha que a mediados de la alfabetización la nombraron asesora pedagógica, acompañando a un grupo de alfabetizadores en la parte pedagógica y metodológica.

“Así yo me fui motivando para estudiar magisterio. Estudié magisterio en la Normal Regional en el 82. Luego continué estudiando la licenciatura en Ciencias de la Educación en Managua y fui dirigente de ANDEN por 14 años”, expresó.

Cuando salió del Ministerio de Educación, el Comandante Daniel Ortega y la Compañera Rosario, el 13 de febrero del año 2020 le entregaron la medalla Cultural Rubén Darío, la que hoy porta con orgullo.

Nicaragua con rostro de educación

Recordar es volver a vivir y en todo este tiempo se hace una retrospectiva de lo que era y lo que ahora es Nicaragua, con rostro de educación, que ha transformado la vida de las y los nicaragüenses.

“Esta transformación ha llegado a momentos muy importantes hasta la fecha y no tenemos nada que envidiarle a otros países. Todo el proceso evolutivo de la educación y con el protagonismo de los niños, de los jóvenes, adultos, padres, madres de familia y con el acompañamiento de nuestro Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional ha sido posible llevar la educación a millones de personas con programas que brindan muchas oportunidades, algo que era un sueño pensar que la educación secundaria a distancia, que la universidad llegaría al campo y hoy esos sueños se hacen una realidad”, resaltó la compañera Isaura.

Agregó que estos también fueron los sueños de los Héroes y Mártires, del Comandante Carlos Fonseca “y estamos cumpliendo porque estamos transformando este país y se hace desde la educación de los niños y jóvenes que son el baluarte, los protagonistas principales, para transformar y los que a lo largo de la historia han dado ejemplo de heroísmo, valentía, tenacidad para hacer lo que se quiere hacer en bien de todo un pueblo, en bien de la nación”.

También destacó el sistema único de educación, desde la educación inicial hasta la educación superior, con educación técnica y tecnológica, ese dominio de la ciencia y la tecnología.

Esa brecha entre campo y ciudad se ha venido estrechando, donde vemos muchas transformaciones que se hacen desde los gobiernos locales y municipales, caminos, carreteras, energía, hospitales y podemos decir las mejores escuelas de Centroamérica”, afirmó.

¡Querer es poder!

Como parte de sus anécdotas en la CNA, recordó la emoción de su alumno de 80 años que lloraba cuando comenzó a mover su mano con su lápiz.

Era un señor que yo pensé que no iba a aprender y escribir por sus dificultades motoras, y cuando comenzamos el primer día en la etapa de aprestamiento, para que tomara el lápiz, y él decía ´no puedo´, y le decíamos: ´si puede´. Y para mí fue histórico y trascendental, porque era una persona mayor", compartió.

“Yo siento en mi corazón y mi alma la necesidad de seguir aportando a la revolución, de seguir trabajando con la niñez con los jóvenes, fuimos los protagonistas de esa época y que siempre han sido los protagonistas de las transformaciones sociales y políticas y mi cariño para esos Héroes que dieron su vida, Georgino Andrade fue uno de los primeros brigadistas asesinados por la contrarrevolución y ellos pensaron que matando a brigadistas nos iba a dar temor; sin embargo, nos dio más fortaleza”, sostuvo.

Juana Isaura tenía 20 años cuando alfabetizó y estuvo en una comunidad de Yasica Norte en una hacienda cafetalera con familias obreras agrícolas, también estuvo en Tepeyac en la finca La Cumplida, cumpliendo una misión que abrió camino a la solidaridad a la justicia y la libertad del pueblo.

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