Creativos y con manos laboriosas, así son los artesanos de Masaya, Capital del Folclor y Patrimonio Nacional, que día a día elaboran productos tradicionales promoviendo la cultura e identidad nacional y rescatando la herencia de sus ancestros.
Madera, barro, textil, bambú, cuero, palma y otros elementos son los materiales transformados en bellos productos y artesanías que son muy gustados por nacionales y de otras nacionalidades.
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El compromiso del Buen Gobierno Sandinista, junto con la Alcaldía Municipal, ha sido fundamental para apoyar a estos talentosos creadores, brindándoles recursos y acompañamiento para que puedan continuar preservando y rescatando sus tradiciones ancestrales. Este respaldo se traduce en un impulso significativo a la economía local, ya que los productos elaborados se comercializan tanto a nivel nacional como internacional.
La ciudad indígena de Monimbó es el vivo ejemplo, donde prácticamente cada casa es un taller, en los cuales se elaboran un sinnúmero de productos autóctonos.
“Todos los masayas son muy emprendedores con manos laboriosas. No hay lugar en Nicaragua donde no haya un masaya y no tenga un emprendimiento típico, lo que hace que sea transmitido todo lo de nuestros antepasados para preservar lo que son las tradiciones, costumbres y procesos de elaboración de los productos”, afirmó la Alcaldesa de Masaya, Janina Noguera.
“Nuestros artesanos siempre están innovando, tenemos cotonas preciosas, zapatos, abanicos, chischiles, que son de gran gusto para la población local y muchos extranjeros”, aseguró.
Enseñanza a las nuevas generaciones
La labor de enseñar a las nuevas generaciones es crucial para la continuidad de estas tradiciones.
Alejandro González Arias, docente de la Casa de las Artesanías, tiene 9 años de enseñar a protagonistas sobre la preservación y rescate de la cultura nicaragüense en la elaboración de máscaras de madera, papel y cedazo, a través de diferentes técnicas.
González compartió que aprendió el arte en su familia desde que tenía 10 años y actualmente cuenta con 25 años de experiencia.
“Yo me siento orgulloso de ser docente y me haya tomado en cuenta el Gobierno para darle una nueva oportunidad a la nueva generación. Estoy orgulloso de sembrar una semilla y ver el fruto en protagonistas que ya han emprendido y andan en los mercados ofreciendo sus productos”, dijo el docente.
Asimismo, instó a los artesanos a no decaer y seguir adelante, siempre motivando a la juventud.
“El mensaje para todos los artesanos es que motivemos y despertemos esos dones que existen en cada persona que quiere aprender a ser un artesano”, puntualizó.
De igual manera, Silvia Elena Ramírez enseña a elaborar muñecas de tela, oficio que aprendió de su suegra hace 26 años y ahora comparte con sus alumnos en la Casa de las Artesanías.
Ramírez explicó que el proceso de elaboración de una muñeca empieza por el vestido de huipil seleccionando las telas de colores, moldes del cuerpo color piel, trencilla, algodón para el relleno, pintado y decoración de la pieza.
“Para mí es un orgullo enseñar a jóvenes desde los 17 años hasta personas de la tercera edad… Y mi trabajo es enseñarles un trabajo de buena calidad, con un propósito que en un futuro emprendan y oferten que realmente la persona que la compre se sienta satisfecha”, aseveró Ramírez.
La instructora enfatizó que cada pieza que enseña a elaborar no solo tiene propósitos decorativos, sino que también representa un legado cultural que debe ser mantenido vivo.
“Creo que no se debe perder, se debe mantener de generación en generación y también porque es una fuente de generación económica”, añadió.
Tradicionalmente estas muñecas pueden ser usadas como juguete, sin embargo tienen otros usos como adorno de oficina, para cocina, en cajas de fósforo o panas tortilleras, incluso para vestido de electrodomésticos.
Moldeando el bambú y el barro
Los municipios de Catarina y San Juan de Oriente son ejemplos palpables de cómo la tradición artesanal se entrelaza con la identidad cultural de Masaya, en donde sus artesanos desarrollan sus emprendimientos siempre promoviendo la identidad, tradiciones o costumbres y cultura nacional.
Elías Latino es uno de esos artesanos de Catarina, que desde hace más de 30 años viene trabajando el bambú y actualmente es el propietario del taller y tienda Takeza-Bamboo.
Catarina por su condición climática y tierras fértiles es apta para el cultivo del bambú, el que luego se transforma en bellos productos para el hogar.
“Específicamente estamos elaborando lo que son muebles de todo tipo como: comedores, sillones, sillas para descansar, roperos chineros, lámparas colgantes y otros productos que solicite el cliente”, manifestó el artesano.
“Hay una aceptación por parte de los nicaragüenses y extranjeros. Nosotros trabajamos con nuestros propios modelos y también con los que proponen nuestros clientes”, resaltó.
La oportunidad de saber el arte de moldear el bambú, a Latino le ha permitido transmitir ese conocimiento a su familia y algunos lugareños que trabajan con él en su taller.
Asimismo, el profesor e instructor Valentín López es nativo de San Juan de Oriente y lleva 45 años trabajando el barro, arte que aprendió desde que tenía 8 años y que ha compartido en su Taller Escuela de Cerámica que se ha convertido en un espacio vital para la enseñanza de técnicas precolombinas, asegurando que esta forma de arte perdure en el tiempo.
Según Valentín, el 95% de la comunidad indígena de San Juan de Oriente se dedica al rescate cultural a través del barro, principalmente.
“En esta Taller Escuela de Cerámica nosotros elaboramos diferentes variedades y entre las técnicas tenemos la precolombina, que son nuestras raíces culturales, la creativa, geométrica y artística”, señaló López.
Este acervo cultural precolombino ha venido siendo transmitido de generación en generación, “y para que esta raíz cultural no se pierda hemos creado el Taller- Escuela de Cerámica donde vienen los niños de la comunidad para pasar su enseñanza y que esas costumbres sigan adelante y nunca se pierdan”, puntualizó.
López remarcó que la técnica de la cerámica precolombina de San Juan de Oriente es única porque no hay otro pueblo que la elabora, nadie los ha podido imitar y ha perdurado desde que los ancestros como los chorotegas y nicaraos se asentaron en el país, “esas raíces fueron dadas a nosotros para hacerlo único y original como Nicaragua”, subrayó.
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Masaya no es solo un centro de producción artesanal; es un lugar donde la historia, la cultura y la identidad nacional se entrelazan con cada pieza creada. Sus artesanos continúan siendo pilares de la economía local y de la herencia cultural del país, asegurando que las tradiciones no se pierdan, sino que evolucionen y se adapten, manteniendo vivo el espíritu de Nicaragua en cada obra.