La madrugada del 23 de diciembre de 1972, un día antes de la Noche Buena, marca una de las mayores tragedias que los capitalinos han vivido. A las 00:35 hora local, un sismo de 6.2 grados en la escala de Richter sacudió Managua dejándola sumida bajo escombros, con miles de muertos, heridos, damnificados y daños incuantificables, por lo que es catalogado el más destructivo de su historia.

Las familias se preparaban para disfrutar de la Navidad. En las calles, avenidas y comercio se respiraba la alegría de esta festividad decembrina, pero el inesperado sismo en tan solo segundos lo cambió todo por lágrimas, tristeza, clamor, angustia y dolor.

"Managua tenía vida nocturna, por aquellos días de diciembre la vida de la Capital era bien agitada. Sus calles, edificios y tiendas estaban adornadas con objetos navideños, pero todo se vino a pique. Esa Managua es inolvidable para mí, porque es en la que yo crecí”, dijo con nostalgia el historiador e investigador cultural Wilmor López.

Recuerda que eran días alegres, él terminaba su tercer año de secundaria y recorría con compañeros de clase día de por medio la Avenida Roosevelt y la Bolívar hasta llegar a las orillas del Lago. Pero las hermosas casas y edificios se desplomaron y se incendiaron, también desaparecieron las calles céntricas circundantes al Gran Hotel y la 15 de Septiembre.

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“En el terremoto del 72, te pudiera decir que se quedó la Managua desnuda y vio lo vulnerable que era en cualquier sismo… Y Managua cayó de rodilla, se incendió y se perdió para siempre. En ese terremoto se fueron familias enteras, porque se dice que fueron 10 mil, así popularmente, 10 mil fallecidos”, indicó López.

A 47 años de este fatídico terremoto, los sobrevivientes recuerdan como fueron los momentos vividos, que dejó a miles de personas sin viviendas, con luto y provocó el desplazamiento hacia otros departamentos.

En el barrio Monseñor Lezcano aún viven algunos sobrevivientes, quienes recuerdan la tragedia y aunque han superado el trauma causado, aun se humedecen sus ojos al recordar y relatar el preciso momento de lo sucedido y cómo lograron salvar sus vidas, junto a sus familias.

Doña Socorro Cuadra Fonseca, de 81 años, vive en este barrio capitalino desde hace 65 años y recuerda cómo fue esa noche que les robó la tranquilidad. Relató que primero se dio un temblor, pero nunca imaginaron lo que sucedería después.

“Ya iba a ser las 12 cuando empezó el hamaqueo y le digo a mi esposo está temblando. Levantémonos. Y nos levantamos. Yo tenía en ese entonces un niño de 3 años y él me decía mis zapatitos, mis zapatitos. Yo lo dije espérate que en lo oscuro no veo, porque no había luz. Entonces al tantión busqué los zapatos y se los puse. Buscamos como salir para afuera, pero la puerta se nos trancó y buscamos como salir por otro lado… En ese tiempo no estaba este muro y salimos afuera y ya todo mundo estaba en la calle”, relató Cuadra.

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“Sentí como que nos íbamos hundiendo, esa fue mi impresión, que la tierra se iba hundiendo y que íbamos para abajo. ¡La Sangre de Cristo! decía yo y abrazaba a los chavalos”, añadió.

Su casa no se derrumbó, pero las tejas del techo se resbalaron quedando desprotegida y las puertas quedaron un poco desviadas por lo que no se podían abrir ni cerrar.

“El ambiente era triste, porque se siente la soledad, sentís como una nostalgia… En el Cementerio (General) se miraba cuando estaban enterrando a los muertos en la fosa común que había”, dijo doña Socorro.

Esta sobreviviente manifestó que ahora hay más conciencia de cómo actuar en el momento, aunque no deja de causarle temor cuando se registra un temblor.

Pared casi les cae encima

Doña Margarita Canales de la Rocha, de 78 años y su esposo don Pedro Antonio Molina, de 91 años, tienen 54 años de matrimonio y para la noche de ese 23 de diciembre, dormían con sus hijos en su humilde casa forrada de tabla con techo de tejas.

“Fue horrible, porque se vino el envión y buscar cómo levantarnos en carrera, y al segundo, que fue que botó todas las cosas, fue que salimos corriendo con todos los niños para la calle. Ya la gente estaba en la calle y la polvareda que se miró. Pero en lo que nosotros salimos, si nos hemos tardado un poco nos hubiera matado, porque la pared de la casa vecina se cayó hacia el lado de nosotros”, recordó Margarita.

Señaló que al momento del sismo se escuchó un ruido como un eco y se vivió un ambiente feo, “terrible fue ese momento”, indicó.

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Por su parte, don Pedro rememoró que él trabajaba en la textilera Fabritex y recién había llegado a su casa esa noche y tras acostarse escuchó un ruido y simultanea la tembladera, “en ese momento nos levantamos y agarramos los niños para salir a la calle”, afirmó.

“Cuando estábamos saliendo a un portoncito de madera se viene toda la pared y todita se vino, y cae ¡pos!, y cae de viaje, cubre todo el lugarcito donde íbamos pasando hasta la orilla de la casa. Si hubiera sido más grande la pared, se lleva la casa”, dijo Molina.

Con su voz quebrada, don Pedro expresó: “Sentí miedo, pánico. Eso era horrible. No se lo puedo describir. Se temblaba uno, el grito de la gente, los temblorcitos a cada rato. Era una cosa horrible. La gente se desesperaba”.

Fue un momento horroroso

Otra sobreviviente es doña Emperatriz Mayorga, de 62 años, quien era una adolescente en esa fecha y logró salvar la vida de sus hermanos y mamá.

Contó que en el Centro de Managua había noche de compras y andaba toda la familia, pero como a ella le molestaban los zapatos decidieron regresar a casa antes de las 12 y ya no volvieron a salir. Sentimos uno (temblor), pero no pasó a más y se acostaron, pero ella ya no pudo dormir.

En eso sucedió otro temblor y “yo salto de la cama y ahí había un portoncito, un zaguán, no sé cómo se trabó la puerta y salté para pasar al otro lado y como pudimos logré que abriera un pequeño espacio para que ella (su mamá) pudiera pasar”, recordó.

“En el temblor grande nosotros veníamos corriendo para la sala para abrir la puerta principal, que igual estaba trabada, mi hermano y yo la jaloneamos, a como pudimos la abrimos para poder salir”, expresó doña Emperatriz.

“Era una cosa de que todo, todo se movía, nosotros sentíamos en la tierra como hacía ese movimiento que no era normal, era horroroso. Nosotros pensábamos que nos íbamos a morir o que la tierra se iba a partir”, agregó.

Los sobrevivientes expresaron que pasaron como 15 días durmiendo en la calle con sus niños por miedo a las réplicas. En ese tiempo de angustia y tragedia los vecinos se unieron y se fortaleció el compañerismo y la solidaridad mutua.

Para ellos cada año cuando llega la Navidad es una fecha que siempre se recuerda con tristeza y persiste el temor de que vuelva a ocurrir, porque es “un susto que te queda para toda la vida”, dijo doña Socorro.

Resaltan importancia de simulacros

“El gobierno, las instituciones no tenían la capacidad de defensa civil, ni protección civil, con costo los bomberos, ni ningún plan para resguardar, ni evitar. Las casas eran de adobe, no eran antisísmicas, las cocinas eran sencillas, esto hizo que el fuego se produjera más rápido y se prendieran las casas”, expresó Wilmor.

Las personas entrevistadas consideran como positivo los Ejercicios Multiamenazas que se realizan en el año como iniciativa del buen Gobierno, a través de los cuales se sensibiliza y se pone en práctica las medidas preventivas ante cualquier eventualidad.

Doña Socorro señaló que esos ejercicios han sido muy buenos, “porque a nosotros quien nos iba a preparar en estos eventos, nadie. Únicamente el instinto de salvar tu vida, buscás por donde salir”, indicó.

Igualmente, doña Margarita expresó: “Antes no mirábamos eso, ahora sí porque ya a todos le enseñan cómo se van a cubrir”.

Don Pedro reconoce que hoy las familias están más preparadas ante la ocurrencia de algún evento natural similar al terremoto de 1972.

“Tienen más conocimientos por lo que sale en los canales, en las radios, se mira que se enseña a la gente de cómo van hacer, así un temblor ya no lo agarra descuidado, ya uno ya tiene una idea y a la hora de un temblor ya sabe lo que tiene que hacer”, dijo Molina.

Para Emperatriz, en lo preventivo hoy día la gente ha asimilado todo lo que tiene que ver con la preparación ante desastres.

“Nos ha ayudado mucho, porque ahora sí se evitaría lo que ocurrió en ese tiempo, tantos muertos, porque hubo gente que no salió de sus casas y ahí se quedó”, indicó Mayorga.

“Ahora las familias están más preparadas y ha habido movimientos telúricos, casi terremoto y no ha pasado nada, más que solo el susto. Ahora estamos preparados, hay simulacros y estamos bien, gracias a Dios, gracias a este Gobierno. Yo puedo decirte que este terremoto pasó a la historia, cambió Managua”, agregó Wilmor.

Managua quedó sin centro

El terremoto dejó prácticamente sin centro a Managua, las 500 manzanas destruidas no volvieron a ser iguales. De la Vieja Managua hoy solo se puede ver un escombro que es el edificio de la Antigua Catedral.

El historiador Clemente Guido expresó que en menos de 5 minutos desapareció todo lo que urbanísticamente estaba diseñado, por falta de una política de prevención de desastres puesto que al somocismo no le interesaba.

“Una ciudad bella como era Managua totalmente destruida en menos de cinco minutos, en una madrugada espantosa para todos los managuas que se convirtió en un verdadero cataclismo, un verdadero holocausto de miles de muertos”, indicó.

Sostuvo que al amanecer el 23 de diciembre Managua no existía, lo que había eran grandes llamaradas de fuego, luces de los incendios, una aurora boreal, se inició el rescate y la ayuda internacional fue inmediata.

“Los primeros en venir, con todo y que Nicaragua y Cuba no tenían relaciones diplomáticas, fueron los cubanos, inmediatamente estuvieron aquí. A Somoza no le quedó más remedio que abrir las fronteras, porque era un desastre nacional, no podía ser anticomunista en ese momento y él dejó, permitió y se creó un campamento con médicos cubanos en la capital y así vinieron de otros países”, destacó Guido.

De los que fallecieron algunos fueron sepultados por sus familiares, pero una gran cantidad se enterró en una fosa común en el Cementerio General en donde se calcula depositaron más de 2 mil personas, pues no se registra un dato específico.

Este fatídico terremoto dejó lecciones como el construir conforme a las normas urbanísticas, no evadir los gastos para la seguridad de las familias, prevenir desastres naturales a como se hace actualmente con el gobierno del comandante Daniel y no querer sacar ventaja económica de un desastre humano.

Pero, sobre todo, que “los managuas somos heroicos y estoicos, se nos cayó la levantamos, no por el somocismo, la levantamos por nosotros mismos y aquí está la Managua. Y ahora ya no digamos, esta Managua que tenemos hoy, esta Managua bella, una Managua con un Centro Histórico resplandeciente, lleno de luz, lleno de centros deportivos… así que podemos decir que, recordar si, amar lo que tenemos y protegerlo, previniendo”, afirmó Guido.

Por su parte, Wilmor finaliza expresando: “Hoy queda como un recuerdo las llamas que se llevaron los edificios. Hoy ha renacido Managua y sigue siendo la novia del Xolotlán, sigue siendo Managua Mi linda Managua, sigue siendo la Managua de mis recuerdos”.