Años de dictadura y pérdidas de seres queridos cesaron en Nicaragua un día como hoy de 1979, cuando las fuerzas guerrilleras del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) entraron victoriosas a esta capital.
El triunfo de la Revolución Popular Sandinista fue el resultado de años de lucha, los más consecuentes aseguran que sus inicios se remontan a la etapa del general de Hombres Libres, Augusto Cesar Sandino, cuando al frente del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional expulsó a las tropas estadounidenses de ocupación del país.
Las ansias de Sandino de que ver su patria independiente y soberana no se cumplieron entonces, Washington interpuso en su camino, y en el del pueblo de Nicaragua, al títere Somoza y su Guardia Nacional, quienes se encargaron no solo de asesinar al patriota, sino de convertir a la nación centroamericana en un feudo privado.
Los Somoza gobernaron el país con mano sangrienta por más de tres décadas, jóvenes como Carlos Fonseca, Tomas Borge y el actual presidente Daniel Ortega, supieron que solo la lucha armada podía sacar al país de la sumisión a la dictadura y los dictados de Washington, dueño virtual del país.
El 19 de julio Nicaragua cambió para siempre, la dictadura terminó pero no la lucha, serían otros los frentes acombatir, la guerra sucia de las bandas armadas que sembraron el terror y el bloqueo económico, todo orquestado y financiado por Estados Unidos.
Sin embargo el país avanzó, nadie lo puede negar, Nicaragua, a pesar de todo pasó a ser otra, y es que el sandinismo como ideología y fuerza política no solo se ocupó de acabar con la dictadura, sino que trazó estrategias concretas para dignificar al pueblo, alfabetizarlo, darle acceso a los servicios de salud, educación superior y desarrollo económico.
Cuatro décadas han pasado y Nicaragua es otra, los propósitos del sandinismo cada vez son más altos, ahora enfrascado en retomar la senda del progreso económico interrumpido por el intento de golpe de Estado de abril de 2018.
Meses de terror e incertidumbre que al final solo fortalecieron al FSLN como organización política principal del país, y Nicaragua volvió a cambiar, ya las fuerzas progresistas, las que creen en los derechos de las mayorías saben a qué atenerse, y cómo sus enemigos ideológicos no descansan en la búsqueda de formas por hacerse con el poder.
A lo largo de la historia del país centroamericano el sueño de soberanía y autodeterminación fue esquivo, como si el destino se empeñara en que no era asunto de los nicaragüenses decidir su futuro, pero los cambios son posibles, y eso comenzó el 19 de julio de 1979, el día en que Nicaragua cambió para siempre.