Cada día se comprueba más que las redes sociales, controladas por las grandes empresas capitalistas, envenenan no solo a los incautos e ingenuos, sino también a personas que antes han tenido una actitud a favor de las causas justas y de pronto cambian sus criterios y se colocan al lado de los opresores.

Esta realidad se acaba de demostrar en las elecciones de Venezuela donde el bombardeo de desinformación ocupa todos los medios de comunicación hegemónicos y de las redes sociales, mucho antes de que se llevaran a cabo los comicios, los cuales catalogaban de fraudulentos, sin tener ningún elemento.

Esa campaña comenzó a penetrar en el cerebro de los incautos, pero también en otras personas que se dejaron llevar por la propaganda diseñada desde Estados Unidos y otros países desarrollados occidentales que anhelan el derrocamiento del Gobierno Bolivariano para después repartirse sus abundantes riquezas.

Como es conocido, Estados Unidos y las naciones occidentales antes de las elecciones generales que se efectuaron el 28 de julio en Venezuela, desataron una feroz campaña contra la Revolución Bolivariana, contra su candidato Nicolás Maduro y en apoyo a la oposición de derecha a la que daban ya ganadora mediante adulteradas y constantes encuestas.

Infobae, El País, CNN, BBC, France24, Deutsche welle, Bloomberg, EFE, AP, The New York Times y toda la inmensa maquinaria de medios hegemónicos occidentales estaban abocados desde hacía meses en destacar que habría fraude en la elecciones; levantaban constantemente la figura de María Corina Machado, resaltaban la “segura victoria” de la oposición y a la par trataban de denigrar al “chavismo” con falsas y nocivas noticias.

Todo eso fue calando en la mentalidad de muchos ingenuos y en la atmósfera internacional. Tras los comicios, con datos inexactos y dudosos, Corina Machado y el excandidato Edmundo González dijeron tener supuestas actas del Consejo Nacional Electoral y seguidamente alebrestaron a hordas de derecha (con pagos de 30 a 150 dólares) para que desataran acciones terroristas en toda la nación, las que pudieron ser controladas sin que se causara un baño de sangre como querían Estados Unidos y Occidente para después invadir militarmente al país y acabar con el Chavismo.

En los actos fallecieron más de 20 ciudadanos que apoyaban a la Revolución Bolivariana, ninguno era de las fuerzas opositoras. Fueron destruidos numerosos centros de educación, de salud, instituciones gubernamentales, obras sociales y económicas y hasta monumentos.

Desde Occidente realizaron ataques cibernéticos sin precedentes: el 28 de julio, durante las elecciones presidenciales, se registraron 30 millones de incursiones por minuto, equivalentes a 500 000 ataques por segundo. Lo que es considerado inaudito a nivel mundial.

Ante estos hechos vandálicos surge una pregunta: ¿quién no conoce la historia de golpes de Estado, agresiones armadas, fraudes en elecciones que ha impulsado Estados Unidos a lo largo de 200 años para derrocar gobierno progresistas en América Latina y tratar de continuar dominando la región?

Ejemplos sobran en República Dominicana, Guatemala, Paraguay, Honduras, Colombia, Brasil, Nicaragua, solo por citar algunos.

Y entonces la siguiente pregunta: ¿Cómo pueden algunas personalidades y hasta gobiernos de Latinoamérica hacerle el juego a las versiones que ofrecen las fuerzas de derecha venezolanas dirigidas desde Washington?

¿Será que las mentalidades estén cambiando o que se han dejado llevar por los cantos de sirena procedentes del Norte?

De todas formas, la fortaleza de la Revolución Bolivariana con la unión cívico-militar ha ido desmantelando las campañas agresivas y de desinformación contra el gobierno democrático elegido el 28 de julio.

Los incautos y los frágiles tendrán que reconocer al final que se “dejaron” engañar por un imperio que intenta preservar la Doctrina Monroe: América para los americanos.

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* Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional.

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