La compañera Rosario Murillo, vicepresidenta de Nicaragua dijo que cada familia de esta Nicaragua grande, fuerte, piadosa, devota, victoriosa, desde las enseñanzas cristianas de fe, aliento y solidaridad, reconocemos este Viernes Santo, 10 de abril, a Cristo Jesús como nuestro Salvador y Redentor en esta Nicaragua de fe, de bendición, de familia, de comunidad.

Agregó que al reconocer a Cristo Jesús como nuestro Salvador y Redentor somos cada vez más agradecidos, más potentes y grandes en la voluntad misionera de servir y amar al prójimo y de vivir como familia, todos los días, más aún estos días santos que proclaman pasión, resurrección, renacimiento, vida eterna, ríos de agua viva.

Dio gracias al Señor y al gran espíritu de nuestro noble y glorioso pueblo, “estamos bien y vamos con esperanza y sobre todo estamos conscientes de la hermandad, la solidaridad, el cariño y el buen corazón que nos debemos todos, con todos en nuestra Nicaragua y con todos en todas partes de este mundo, que repetimos con absoluta  confianza en Dios, debemos hacer mejor, un mundo de humanidad para la humanidad, y un mundo de convivencia y complementariedad, un mundo de paz, un mundo de diálogo, un mundo fraternal y complementario entre todos, porque aquí vivimos todos y por el bien de todos”.

“Nuestras oraciones compartiendo fe, esperanza, vida, porque somos de vida en Cristo Jesús con todos los pueblos y gobiernos del mundo, dedicados a promover el tiempo mejor que todos necesitamos y que todos queremos, con amor, libre de egoísmo, un mundo libre de egoísmo, un mundo de paz en la cruz Jesús nos amó y se entregó por nosotros”, enfatizó.

Mensaje desde el vaticano: ¡Qué el mundo mejore!

La compañera Rosario Murillo hizo suyas las palabras que se proclamaron en la misa del Santo Padre, en El Vaticano.

Se refirió a las palabras de predicador de la Casa Pontificia, el hermano capuchino, Raniero Cantalamessa, que el mundo mejore.

“Nos hemos olvidado de los muros que construyen, que se construyen y el virus no conoce fronteras. En un instante el virus derriba todas las barreras y todas las distinciones: de raza, de religión, de censo, de poder”, dice el hermano Cantalamessa, predicador de la casa del sumo pontífice, del Santo Padre.

Y dice, citando la profecía de Isaías:

De las espadas se forjarán arados,

de las lanzas, podaderas.

No alzará la espada pueblo contra pueblo,

no se adiestrarán para la guerra (Isaías 2,4).

 “Una profecía que llama a que sea realizada, que baste ya la trágica carrera de armamentos, porque es el destino de la humanidad el que está en juego, es el momento de cambiar de rumbo, dice el hermano capuchino predicador de la Casa Pontificia del Vaticano y lo dice en presencia del Santo Padre, cambiar de rumbo y que el mundo mejore, y que de las espadas forjemos arados, trabajo. Trabajo y paz decimos nosotros en Nicaragua, que la destrucción de recursos naturales se detenga, que cambiemos nuestros estilos de vida, que nos demos cuenta de que ese modelo de vida no eran, porque no son sostenible, y que la tercera guerra mundial atroz, como suele llamar el Santo Padre a la proliferación de conflicto, a la falta de paz, de concordia, es una vergüenza para toda la humanidad”, proclamó la vicepresidenta.

“Que el mundo mejore, Dios es suficientemente poderoso y bueno para enseñarnos a extraer de los momentos que no son buenos, el bien, que el mundo mejore, eso es lo que nosotros también en esta Patria nuestra de todos, donde trabajamos por el bien de todos, pedimos a Dios todos los días, somos de vida, de resurrección, la sabiduría divina nos enseña a que este tránsito sea de aprendizaje y para hacernos mejores, conscientes, colaboradores, fraternales, cooperantes, caminantes, complementarios”, agregó.

Recordó que el 27 de marzo el Santo Padre dijo: “Nos hemos dado cuenta de encontrarnos todos en el mismo barco, todos como humanidad, todos frágiles y desorientados, pero a la vez necesarios, importantes y todos llamados a estar unidos con la necesidad de encontrar consuelo y nuevas fuerzas, con la necesidad de que el amor, fructifique, y que nos haga renacer, reverdecer y resurgir todos los días”.

Finalmente dijo que las sagradas escrituras nos hablan de la resurrección y la vida, “yo soy la resurrección y la vida, dijo Jesús y en Él, con Él, y desde nuestra fe, todos somos de resurrección y de vida”.