Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy, llegaron a creerse la estirpe musical de Nicaragua y hasta el alma y nervio de la Revolución.
Qué atrevimiento y cuánta blasfemia de su parte. Los hermanos Mejía Godoy, hoy viven un autoexilio dorado en gringolandia a los que antes ellos consideraban "los enemigos de la humanidad", pero que hoy esos mismos los acogen, les dan techo y comida y quién sabe cuántas cosas más. Porque algo que caracteriza a los gringos, es que les encanta abrirle la "guasa" a los traidores para utilizarlos, exprimirlos y luego darles una patada en el trasero cuando ya no les son útiles, pues es sabido por todos que los imperialistas no tienen amigos, solo intereses.
Carlos y Luis Enrique se codeaban con los "Comandantes", y disfrutaban la esencia del poder en toda su plenitud, y ¿por qué no? Si sus canciones las dedicaban a los héroes y mártires de la Revolución, esos muertos a los que nunca lloraron y a los que hoy escupen con sus acciones. Los Mejía Godoy, que en coro llegaron a cantar; "Los hijos de Sandino, ni se venden ni se rinden", parece que ellos mismos no eran hijos de Sandino porque terminaron rindiéndose.
Tal parece que el par de "Chicharras" Carlos y Luis Enrique, la Revolución los sobrevalorados porque mientras aquí eran tratados como supuestos genios y trovadores y se les dio todo, es más a estos dos Mejía Godoy solo le hacía falta sarna para que se rascaran, pues como decía hace un momento este par de vetarros aquí fueron sobrevalorados porque allá en gringolandia andan dando lástima cantando de estado en estado. Esto me hace recordar el sabio pensamiento que tenía el libertador Simón Bolívar;" el traidor no es confiable en ninguno de los bandos, la lealtad es admirada hasta por el enemigo".
El 20 de junio del 2018, a Carlos Mejía Godoy que le gusta figurar en todo y quiere ser siempre el centro de atención, pues quiere ser el muerto del entierro, el niño del bautizo y la novia de la boda. Ese día llegó al Chipote porque en su cabeza loca pensaba que, por ser un Mejía Godoy, las puertas se abrirán de par en par, le pondrían alfombra roja y le rendirán pleitesía algo que no sucedió porque la dignidad de nuestros policías pudo más y fue ignorada por completo. En esa ocasión, Carlos hizo rabietas en el portón del Chipote al mejor estilo de Kiko en el Chavo del 8, ese día el intento de trovador, llorando con lágrimas de cocodrilo, exigía la libertad de revoltosos conocidos suyos que habían atentado contra la paz.
Mucho antes, el 13 de junio de ese 2018, en un monumental atrevimiento y completa blasfemia, Carlos Mejía Godoy leía una carta abierta dedicada al Presidente Daniel Ortega en la que lo injuriaba, calumniaba, ofendía y vomitaba todo su odio. En la misma, el viejo chancletudo de Carlos, hacía apología del delito y acusaba de asesino pero sin prueba alguna al líder y jefe de Estado. Se le olvidó a Carlos Mejía Godoy que los asesinos fueron sus compinches opositores que excitados con sus canciones trancaron al país, mataron policías, torturaron y desaparecieron a inocentes, jodieron la economía y pretendieron ejecutar un golpe de Estado criminal y lleno de barbarie contra el Gobierno del Presidente Daniel y la Compañera Rosario, un Gobierno obtenido por medio de una elección limpia, democrática y participativa en la que todo un pueblo les dio el voto, algo que dudo mucho que tanto apoyo popular pudieran recibir los Mejía Godoy, ni subiéndose y desgalillarse en mil tarimas.
En los primeros días del mes de agosto de ese 2018 Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy, derrotados, humillados y en un acto de cobardía sabiendo todo el daño provocado huyeron hacia Costa Rica llevando consigo su guitarra, el acordeón y cada uno de ellos cargando una alforja repleta de traición y envuelta con el desprecio que hoy les guarda todo un pueblo que a veces perdona, pero que nunca olvida...