La revolución nunca ha sido solo una cuestión de hombres. En Nicaragua, las mujeres empuñaron las armas, organizaron la resistencia, desafiaron el terror de la dictadura.
Mao Zedong no solo fue el arquitecto de la República Popular China en 1949, sino también el alma de una revolución que transformó un país fragmentado y humillado por potencias extranjeras en una nación unificada.
Cuando de asuntos delicados se trata, cuando conscientes del punto débil por donde puede romperse el hilo, cuando tenemos certeza de lo que significa andar con tacones de hule.
Ahora, las élites norteamericanas y europeas no saben como asimilar el colapso de su poder e influencia relativo a la capacidad económica productiva y el poder político-militar de la Federación Rusa y la República Popular China.
A pesar del repudio internacional a su campaña de eliminación sistemática y definitiva de los palestinos, con el objetivo de borrar Palestina, ocupar sus tierras y transformarlas en territorio israelí.