Mi mamá era telegrafista de San Rafael, jovencita y cuando venían las tropas de la guerra constitucional por Yalí, que venía a encontrarse con los conservadores cerca de San Rafael del Norte, él tenía que estarse informando por medio del telégrafo de por dónde iba el enemigo. Así era en aquellos tiempos.

Estando en Yalí preguntó mi papá quien era el telegrafista de San Rafael del Norte, porque ya cerca de San Rafael del Norte iba a ser el combate, entonces don Pancho Abelardo, que era el telegrafista de Yalí, le dijo: Es una muchacha.

- ¿Cómo? ¿Una muchacha? ¿Cómo se llama?, preguntó.
- Se llama Blanca Estela Aráuz.
- ¿Y cuántos años tiene? 16
- Ah…
- Pregúntele, que digo yo —dijo el General Sandino— que si no tiene miedo. Porque el combate será en San Rafael del Norte.

Entonces mi mamá le respondió al telegrafista de Yalí: “Dígale que no, que no tengo miedo, que aquí lo espero”.

Ella era liberal por su familia y él también era liberal. Entonces mi papá le dijo:
- Ah, ¿no tiene miedo?
- No, dice que ahí lo espera
- Dígale que después que pase el combate voy a llegar a visitarla.
Y se fue. Así quedaron, pero cuando llegó la tropa a San Rafael del Norte, todo mundo curioso para ver quién era el General Sandino.
Y entró la tropa. Aquel hombrerío armado ahí. El combate iba a ser en Yucapuca, cerca de San Rafael.

El preguntó dónde podía verla.
- En el telégrafo
- Díganle que voy a llegar a conocerla.

Pero cuando entra la tropa, él no sabe dónde quedaba el telégrafo y él iba con toda la gente. Pero a mi papá nunca le gustó figurar, ir adelante con la tropa.

Adelante iba un señor gordito, con una bandera, armando hasta los dientes, me contaban mis tías. Entonces dicen que las muchachas del pueblo, como sabían que iba pasar por la calle real, por el telégrafo, todas las primas hermanas de mi mamá, todititas esperando en la oficina, en una parte donde no era el mero telégrafo, para ver cuál era el General entre aquel hombrerío.

Mi mamá se quedó al lado de la baranda solita. Ellas se fueron a la otra puerta del telégrafo para ver donde iba a pasar el General. El poco de muchachas viendo que venía adelante el gordito con la bandera y el panzoncito, con pistolas a ambos lados, armado hasta los dientes. Se preguntaban cuál era el general Sandino, lo veían con tanto armamento a los lados, dice que decían unas a otras.

- Mirá, yo creo que ese es el General Sandino.
- A pues te lo regalo —le decía la una a la otra.
- Yo te lo regalo.

Estaban locas queriéndolo conocer y cuando vieron al que creyeron que era el General se lo regalaban la una a la otra, muertas de risa, en la puerta.
Pero por la otra puerta estaba mi mamá solita apartadita ahí.

Entonces pasó un muchacho vestido de blanco en un caballito. Pasó cerquita de la barandilla donde ella estaba. Él no la conocía, ni ella tampoco. Ella curiosa, pero no estaba con las primas que estaban atacadas de la risa en la otra puerta. Entonces ella le preguntó a aquel muchacho.

- Joven y ¿Cuál es el General Sandino?

Y él le respondió.

- ¿Para qué lo quiere?
- Pues para conocerlo, le dijo la muchacha.

El respondió:

- Soy yo. Me tiene a sus órdenes.
Así conoció el a mi mamá y mi mamá a él.

Ella se moría de la vergüenza porque pensaba que le estaba preguntando a un soldado. Y entonces viene el General y le dice:

- ¿Y usted quién es?
- Soy la telegrafista.
- Ah. Usted es la que atendió los mensajes que yo vi en Yalí.
- Si
- Pues mire, voy a dejar la tropa y regreso a saludarla.

Salió la tropa, se fue el montón de hombres armados y mi mamá se quedó azareada porque al propio hombre le preguntó quién era el general Sandino.

Dice que al ratito estaba ahí, la saludó, pasó adentro, y le estuvo preguntando que cuantos años tenía y ya se quedó encariñado con ella, y a ella le agradó también.

Se amaron por siempre, hasta la muerte. Juntos anduvieron en la guerra. Toda su vida.

blanca

Así cuenta Blanca Segovia Sandino, hija del General Sandino la historia de sus padres.

A ella el 18 de mayo la Asamblea Nacional le otorgó la Orden General José Dolores Estrada y en junio de ese mismo año el comandante Daniel Ortega la visitó para entregarle la orden Augusto C. Sandino, en su máximo grado, Batalla de San Jacinto.

“Ese tipo de reconocimientos me impresiona, porque yo no me siento digna, yo me siento como todos ustedes, una persona más, pero tomando en consideración con el gusto que me lo dieron y reconociendo ellos lo que significo mi papá. Además de enorgullecerme me sentí satisfecha y agradecida con ellos, fue un gran honor para mí recibirla”, dice.

El 6 de marzo de 2015, su mamá Blanca Aráuz se convirtió en la primera mujer heroína de este país, es decir, que Blanca Segovia es hija de un héroe nacional y de una heroína.

“Tal vez no supe comprender en ese momento lo que significaba porque mi papá y mi mamá para mi eran mi papá y mi mamá, y yo los quería muchísimo, pero renacía también todos lo que los demás decían y la historia, pero ellos cumplieron con su deber. Para mi ellos cumplieron con su deber lo mismo hubiera hecho yo o cualquiera de ustedes en un momento si la patria lo hubiera pedido, pero me sentí impresionada porque nunca me imaginé que iban a ser reconocidos sus sacrificios por la paz”, expresa.

Sandino, es inspiración para la juventud, ¿qué les dice a los jóvenes nicaragüenses? ¿Algún consejo?

“Ese hombre con tanta dificultad con tantos problemas fue capaz de llegar donde llegó, él tiene que llegar también muy alto cada uno en la carrera que escojan, y con esa facilidad que presenta el gobierno”, señaló.

Finalmente, dijo que el presidente Daniel y la vicepresidenta compañera Rosario Murillo es lo mejor que puede desear este pueblo. “Ellos están haciendo todo lo que pueden y mal agradecido todo el que no lo reconozca”.