A la luz de la llamada del Vice Presidente Mike Pence al Secretario de Estado Vaticano, sumado a la reciente visita especial del Capellán General del Ejército de USA que ha tenido el Arzobispado de Managua, corresponde -en aras de la paz social- tratar de dilucidar los serios alcances y proyecciones que tiene la alta influencia norteamericana en todo el quehacer socio-político de la jerarquía católica nicaragüense.
Lo primero que hay que afirmar, sin lugar a equívocos, es que la conversación entre el Secretario de Estado norteamericano; Mike Pence y el Secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin, indica que ese diálogo directo e inusual por tratarse de un país Centroamericano en que no hay una guerra declarada, ni tampoco la constatación de una especie de “acciones terroristas estilo Isis”, por esto llama poderosamente la atención y abre variadas y legítimas interrogantes.
Ya se sabe, en diversos ambientes, que la visita especial del poderoso Obispo-Capellán Militar de USA; Timothy Broglio, fue tan sigilosa como provechosa de acuerdo a los objetivos que tiene hoy el Pentágono para la República de Nicaragua. El hecho de que lo recibiera el Cardenal Leopoldo Brenes para analizar a fondo la “grave situación de Nicaragua” y celebrar juntos la Misa dominical en la Catedral de Managua, es una fuerte señal de acompañamiento, solidaridad y manifiesta operatividad política “en Comunión” como ellos mismos dijeron en sus respectivas prédicas a la feligresía congregada en el principal Templo católico de Managua.
En esa línea de reflexión, es previsible pensar que desde el día 19 de julio -con el contundente discurso del Presidente Daniel Ortega- se generó un nuevo escenario político-social, la oposición sediciosa solicitó nueva ayuda externa. Por esto, los ideólogos de la CEN, del alto empresariado y los líderes universitarios están descolocados política y operativamente porque no fueron capaces de articular ni un discurso creíble, ni una acción social convocante y unitaria de “oposición” con una agenda seria a presentar ante la inmensa mayoría ciudadana nicaragüense que ha demostrado, de todas las formas, que solo quieren paz para trabajar, estudiar y seguir produciendo los necesarios bienes y servicios para la Patria.
Precisamente, a revertir a ese decaído sector político de derecha y golpista en su esencia, vino el Obispo-Capellán del Ejército de USA a Managua. A, definir nuevas y audaces estrategias de intervención directa, algunas encubiertas y, como se anunció públicamente, a demostrar una solidaridad en “todos los terrenos” como tan bien y eficientemente lo sabe hacer el Imperio. Y en todo esto está, lastimosamente, la jerarquía eclesiástica católica nicaragüense. Sin medir las graves consecuencias que conlleva esta temeraria praxis política que nada tiene que ver con la evangelización a que están llamados ellos, en primer lugar, como obispos que son en fidelidad -por sobre todo- al evangelio de Jesús. Con estas acciones los prelados rompen la sana tradición de participar sin extremismos en lo que la Iglesia llama la “esfera política”. Ahora, la CEN entró en el peligroso juego conspirativo de pretender no reconocer la institucionalidad de Nicaragua, que nadie, desprejuiciadamente, puede desconocer. De ser así, se caería bajo el anarquismo, el caos y la violencia sin límites. El Gobierno de Nicaragua no quiere ni puede permitir una espiral de odio con esas características. ¡No es posible!
¿Qué significan estas palabras del Vicepresidente de USA?
En medio de esta confusa y delicada coyuntura política se conoce parte de la conversación inter amicum de los secretarios de Estado Vaticano y de USA. En ella, Mike Pence le dice a Pietro Parolin: “Que reconoce el liderazgo de la Iglesia católica…En particular, el sacrificio personal realizado por los miembros de la Iglesia en Nicaragua en sus esfuerzos para proteger los derechos humanos, defender la libertad religiosa y promover negociaciones de buena fe. Ratifica su apoyo a la Conferencia Episcopal de Nicaragua…”.
Con bastante poca diplomacia, el señor Pence, notifica por teléfono al Secretario de Estado de la Santa Sede de que USA sigue reconociendo a la desprestigiada y decaída CEN como líder político…Pero, ¿qué tipo de liderazgo tienen y qué sacrificio han hecho los obispos? Cuando ellos al ser invitados por el Gobierno a participar en la mesa del Diálogo Nacional, simplemente no cumplieron desde el momento en que se pusieron -sin pudor ni objetividad- al lado del mundo empresarial de extrema derecha y lo que era, en ese momento, un novedoso y emergente movimiento estudiantil.
En el fondo, lo que hace Pence en esa conversación con el Cardenal Parolin, es informar a la Santa Sede de que el Gobierno de USA seguirá en sus planes de desestabilización del Gobierno de Nicaragua y que ayudará -en todas las formas- a que se rearticulen las fuerzas opositoras extremas para intentar retomar el camino de la agitación social, la violencia y el caos político y económico. Además, deja en claro que es el Imperio quien se arroga de por sí y ante sí el derecho de catalogar cuando las “negociaciones son de buena fe”. Lo que olvidó en este diálogo el alto funcionario de la Administración Trump, es que hoy existe en el mundo una figura del derecho internacional llamada “autodeterminación de los pueblos”. Y esta premisa no es tan fácil pisotearla como es la costumbre imperial, menos cuando desde la Santa Sede gobierna un líder como el Papa Francisco.
También se han de considerar otras posibles variables en el mensaje que el Gobierno de Trump envía en directo a la Santa Sede sobre el porvenir geopolítico de Nicaragua. Uno es que hay un viraje en el tema del liderazgo eclesial, al parecer ya no es el Obispo Silvio Baéz la persona indicada para encabezar esta nueva fase de acciones a realizar al interior y exterior del país. Los primeros Informes del Obispo-Militar; Timothy Broglio, indicarían que es el Cardenal Brenes la persona adecuada para este nuevo tiempo de agitación e interferencias a la paz social. De hecho, el currículo eclesial-social y político de Brenes en Roma tiene mucho más peso y credibilidad que el del prelado Carmelita por razones que solo su Congregación y la Santa Sede conocen. Otra variable, todavía más distante, sería preparar el terreno para una posible acción directa al estilo de lo que se conoce como el “síndrome de Tegucigalpa”, que terminó violentamente con un Gobierno democrático e institucional y ese Golpe quedó impune hasta hoy.
Otra conclusión en este nuevo y complejo escenario al observar con detención los dos últimos movimientos del Gobierno USA (Diálogo directo del Secretario de Estado con la Santa Sede y Visita del Obispo- Capellán del Ejército), es el manifiesto interés de Norteamérica porque la Iglesia Católica siga liderando un posible nuevo Diálogo Nacional ya que es garantía total de parcialidad antigubernamental y, además, coinciden en tratar de imponer la “Comisión Especial de la OEA” para intervenir dolosamente en Nicaragua, tal como lo anunció enfáticamente el propio Embajador USA ante este Organismo Internacional, Carlos Trujillo, que sería parte de dicha Comisión non grata.
Comité Ecuménico Latinoamericano por la Paz en Nicaragua