Elam Mauricio Hernández López, delegado municipal del Mined-Niquinohomo, trabaja en esta delegación municipal desde hace cinco años, pero toda su vida se ha dedicado a diferentes áreas de la enseñanza siendo profesor, director y asesor pedagógico.
Su vocación comenzó en la secundaria, a los 17 años, cuando se integró a los brigadistas de la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización, que partieron con el deseo de enseñar y escribir a miles de campesinos.
Él estudiaba en el Instituto Nacional Héroes y Mártires del municipio de Masatepe. Durante la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización enseñó a leer y a escribir a unos 10 campesinos en la comarca La Sabanita, en Masatepe. Eran mujeres y hombres de entre 35 a 70 años.
Ese 23 de marzo de 1980 un joven Elam partió con lo que le entregaron: la cartilla "El amanecer del pueblo", la hoy famosa lámpara marca Coleman, tiza y una pizarra de cuero.
Las clases iniciaban a las 3 de la tarde, de lunes a sábados. Se reunían en una de las casas de un alfabetizado.
El profesor Elam recuerda con emoción que “La Sabanita logró triunfar en contra del analfabetismo y su población aprendió a leer y a escribir”.
Compartía la alimentación y trabajo
En esos seis meses de clases a los analfabetos, Elam Mauricio Hernández López recuerda que le enseñaron a sembrar yuca, un tubérculo que vendían en el pueblo. Este intercambio de experiencias y costumbres fue muy común en los alfabetizadores que llegaron a dar el pan del saber, pero se fueron con muchos aprendizajes de la vida.
Recuerda que el uso del lápiz fue una de las cosas que más le costaba a los campesinos.
“Había momentos en que uno se sentía un poco mal porque no mirábamos avance en el aprendizaje, pero buscábamos a los técnicos que eran los que nos capacitaban y nos orientaban cómo darle otro giro al desarrollo de la misma y ayudar a los alfabetizados. La clave era tener mucha paciencia y amor porque era una reivindicación de una causa justa de derechos”, comentó.
En la actualidad, entre sus múltiples tareas está guiar en Niquinohomo el programa dirigido a protagonistas que se les enseña leer y a escribir, pero además, se les enseña un oficio.
“El programa se llama 'Luz y Verdad' de educación de jóvenes y adultos. Es un programa del Mined que lo trabaja con apoyo de Inatec. En este momento en el curso están enseñándoles la preparación de chileros y encurtidos”, contó.
“Me motivó a involucrarme en la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización la euforia que dejó la recién Revolución. Nos involucrábamos en todas las tareas de la Revolución, había unidad dentro del aspecto estudiantil, dentro del aspecto del magisterio y cuando se dio el inicio de la campaña nos involucramos porque sabíamos que era una necesidad social, además justa de reivindicación de derechos hacia nuestros obreros y campesinos, tenemos que devolverles a ellos el hecho de ser alfabetizados, ya que no proporcionaban a nosotros todo lo que tenía que ver con la alimentación de los nicaragüenses”, contó.
“Cuando llegamos al lugar en este caso La Sabanita fue un día de mucha alegría, de mucho optimismo, recuerdo bien que la comunidad nos recibió con una euforia tremenda, tenían aquella alegría de sentir que llegábamos a darles algo nuevo que ellos necesitaban. Ellos al final fueron muy agradecidos con nosotros cuando aprendieron a leer y a escribir”, apuntó.
Un logro más de la Revolución
“Teníamos que tener mucha paciencia con ellos, pasábamos repasando una sola clase una semana, dos semanas repitiendo, repitiendo, sin embargo, esos obstáculos fueron superados y los compañeros que fueron alfabetizados pusieron mucho de su parte. Hoy en día veo los frutos de ese momento a través de la Educación de Jóvenes y Adultos, que es una continuidad de lo que fue la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización. Hoy la educación ha evolucionado tanto que contamos con la primaria, con la secundaria de jóvenes y de adultos y también con los programas de 'Luz y Verdad', que se le está enseñando a nuestros hermanos una labor de emprendimiento”, aseveró.
Recuerdo de los compañeros caídos
En el camino de tan gran hazaña cayeron 59 compañeros alfabetizadores. En total, participaron 95 mil 582 estudiantes, maestros, trabajadores de la salud, asesores pedagógicos, conductores, oficinistas y amas de casa. Ellos enseñaron a leer y escribir a 406 mil 056 nicaragüenses, reduciendo la tasa de analfabetismo de un 50.35% a un 12.96%.
“Muchos de nuestros compañeros que estuvieron en el norte del país alfabetizando fueron asesinados y es importante honrar su memoria, su legado que a través de toda esta actividades que se hacen honramos la memoria de ellos y recordar a nuestro primer Mártir que fue Georgino Andrade y otros más que dieron su vida para que hoy la educación sea alcanzable para todos, porque nadie puede decir ahora que no pueden estudiar porque existen las facilidades de integrarse a un círculo de estudio”, culminó.