Con la Conferencia y Peña Cultural “Darío Vivo, entre Nosotros”, realizada en el teatro Hart de la Biblioteca Nacional José Martí de La Habana, la Embajada de Nicaragua en Cuba, culminó la Jornada conmemorativa por el 158 Aniversario del Natalicio y el 109 del Paso a la Inmortalidad, del inmenso y universal Rubén Darío, héroe de la Independencia Cultural y Libertador de nuestra Lengua, a quien Pablo Neruda, llamara "poeta grande, desde entonces y para siempre…”, a la que asistieron representantes de la Cancillería, del Parlamento y del Partido Comunista de Cuba, intelectuales, poetas y artistas y miembros de la comunidad nicaragüense.
En su Charla “Darío entre Nosotros” el Dr. Jorge Fornet, investigador, ensayista, Miembro de la Academia Cubana de la Lengua y Director del Centro de Investigaciones Literarias y la Revista Casa de las Américas, habló sobre el Darío que habita entre nosotros, el poeta más fiel a su tiempo y a su entorno, que desafió y rompió los moldes que encerraban a nuestra lengua, que regresó al viejo continente las carabelas de Colón, cargadas de versos nuevos. Comentó su cercanía literaria y coincidencia política, anticolonialista y antimperialista, que le unió a Martí. Se refirió al encuentro convocado por Casa de Las Américas en 1967 en el centenario de nacimiento de Darío Vivo, que convoca a poetas e intelectuales de nuestra América y da a las luchas y destino de los pueblos hispanoamericanos una voz trascendente, regional, descolonizadora.
Desde la “Isla de las Islas envuelta en aroma de bosques y susurros del mar”, como llamara Rubén a Cuba, poetas de la patria de Martí, de Chile y de Bolivia, rindieron tributo a Rubén de las Américas Celestes y, con el cincel de su poética magnifica, el mármol de su voz de agua y salitre y la humanidad y universalidad de su pluma y el aire de su luz inextinguible, levantaron una estatua de fiestas de palabras para del maestro mágico y alquimista del verbo, Rubén Darío, el de las rosas triunfantes, el fundador de leones, el jardinero de estrellas, el ruiseñor de los mares, el liberador.
A la peña poética, se unieron integrantes del Teatro Lírico de La Habana y estudiantes del Conservatorio de Música Guillermo Tomás, de Guanabacoa y con sus voces, la música del piano, la flauta, el tres y las cuerdas del violín, compartieron la rima, melodía y ritmos de los versos de Darío, que siguen sosteniendo el robusto tronco de árbol de la vieja raza que erguida avanza hacia la aurora y la armonía del mundo y que canta al amor y a la juventud divino tesoro.
Nuestra Embajadora, compañera Guisell Morales Echaverry, al transmitir el saludo fraternal de nuestro pueblo, de sus Co-Presidentes, Comandante Daniel Ortega y Compañera Rosario Murillo, evocó el legado poético, literario y libertario de Darío en Nosotros, que sutura el mundo del Quijote y el universo del indómito Diriangén, del aguerrido Caupolicán, del sabio Netzahualcóyotl, dando plena dimensión universal, mostrando las potencialidades creadoras y renovadoras de nuestro continente mestizo “en donde la antigua semilla se fecunda, y prepara en la savia vital, la futura grandeza de nuestra raza”. Resaltó el amor de Rubén por su patria, tan grande e intenso como el del General de los Hombres Libres, Augusto Sandino, a la que ofreció “…el acero en que forjé mi empeño /la caja de armonía que guarda mi tesoro /la peaña de diamantes del ídolo que adoro /y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño…” Concluyó, que la obra del verbo vivo de Darío nuestroamericano, al decir de Borges, no ha cesado, ni cesará, su voz azul sigue llamando a los cachorros de la América, indígena, mestiza, caribeña, de noble corazón que «vibra, ama y sueña», a vencer, vencer, vencer, como ayer, hoy y siempre, a los búfalos de dientes de plata, a los bárbaros fieros, a los yanquis enemigos de la humanidad, de la paz, de nuestra libertad e independencia, con el oro de las ideas, con la espada de Bolívar, el ideario Martiano y el enorme escudo de dignidad de Sandino, el General de los Hombres y Mujeres Libres.
Llamen a Rubén Darío
Díganle que venga y cante,
Que su clara voz levante
Junto al claro pueblo mío.
No más el yanqui sombrío
Nos quite patria y decoro
Hable el caracol sonoro
Y el mundo sepa por él
Que no da tregua o cartel
Quien ya tiene el alba de oro
(Nicolás Guillén)