En el 2018 Cuba comenzará a vivir el año 60 de la Revolución. Casi seis décadas han pasado desde que el primero de enero de 1959 un grupo de jóvenes bajaran de las lomas de la Sierra Maestra, tras haber derrocado a un tirano que había bañado de sangre las calles cubanas, que había dejado a muchas madres sin sus hijos, que había quitado el pan a muchas bocas.

Comenzaría entonces el camino difícil de hacer una Revolución, de construir con todos y para el bien de todos, sobre las bases del alegato de un Fidel joven que asaltara el Moncada, uno de los cuarteles militares más importantes del país, en el centenario de José Martí.

Y es que en el 2018, también se cumplirán 165 años del natalicio del Apóstol, inspiración del espíritu humanista y profundamente antimperialista del proyecto social cubano, porque hay que impedir que caiga con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América el gigante de las siete leguas.

Serán entonces las luces por venir, las que brillarán al alba de este otro primero de enero, iguales a aquellas que despertaran a Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868, 150 años atrás, para convidar a los que hasta ese instante fueran sus esclavos a sumarse a la lucha.

Continuidad, legado que se cultivó de mano en mano en varias generaciones de cubanos y cubanas, los mismos que hoy se enfrentan a los retos que impone la construcción de una sociedad propia, genuina, próspera, sostenible… la que aspira a ser matriz donde crezcan sus hijos, que harán, a su vez, los caminos de sus hijos.

Están cercanas las luces de otro primero de enero, y otra será la Sierra en la que luchar, y otro el cielo por conquistar. El gigante sigue teniendo botas de siete leguas y ansias imperialistas, la América Nuestra aún se estremece desde el Río Bravo hasta la Patagonia, la paz vive amenazada en más de un rincón del planeta, la Patria más que nunca necesita ser humanidad.

Cuba se adentra en el aniversario 60 de su Revolución, esa que a diario viven sus hombres y mujeres, esa que hace cada quien desde su singularidad, una obra que suma muchos pocos, para convertirla entonces en riqueza infinita que desborda los límites de una Isla que descansa en las aguas cálidas del Caribe.

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