La Orquesta de las Américas es un estadio al que los más grandes artistas del continente americano aspiran alcanzar. En el currículum de un miembro de orquesta profesional, el título de participar en el evento, marca para siempre su trayectoria.
Es hablar de las grandes ligas de beisbol o de las ligas regionales de fútbol profesional, el máximo evento que muestra el talento de los mejores y más calificados exponentes. Nicaragua participa por quinto año gracias a la destreza del joven prodigio César Zuriel Bermúdez Cisne, de 24 años.
Bermúdez nació en un seno musical, de padre y madres artistas y como no podría ser de otra manera, resultó ser un niño sensible a la fuerza de la música.
Quien tiene su primera impresión de este muchacho delgado y alto, de aspecto bonachón y ameno, se muestra sorprendido por la melodía, a veces dulce y otras triste, enérgica o alegre, que atraviesa suave los tímpanos, una vez las cuerdas del violín fabricado por el luthier rumano Gliga (un obsequio de un tío que habita en Alemania) son frotadas de manera magistral por Zuriel.
Su precisión quirúrgica, parece ser intrínseca de él y haberlo acompañado desde su nacimiento. En parte podría decirse que fue así, pero es posible que ni él mismo pudiera distinguir entre la dedicación, la pasión, la herencia o la virtud, lo que lo hace tan sobresaliente.
Lo cierto es que la suma de todos estos factores logra que sea elegido casi con garantía de 100% cada vez que aplica, para salir de gira por el continente acompañado de su inseparable instrumento melódico, alzando orgulloso el pabellón nicaragüense lo más alto posible para hacerlo notar.
El violinista de 24 años recuerda haber dominado el instrumento a los 9, y desde entonces, fue pasando de orquestas infantiles, a juveniles, hasta ser miembro de la Camerata Bach y ser maestro de música.
Su madre, Socorro Cisne, profesora del conservatorio de música de la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI), manifiesta su orgullo, principalmente por ser testigo en primera fila del progreso de su hijo.
“Desde los 6 años empezó con piano y vimos de que en él había ese talento, había ese cariño y mucho amor a lo que es la música”, comenta sobre Zuriel, de quien también se siente emocionada al verlo sentirse más nicaragüenses y lleno de identidad nacional en los escenarios internacionales.
En este punto, refiere que su muchacho sirve de ejemplo para la juventud nicaragüense a quienes de esta manera envía un mensaje de que es posible llegar alto poniendo gran dedicación.
César también es el nombre de su padre. Es director de la banda de la Alcaldía Municipal de Managua y miembro de proyecto de la Orquesta Sinfónica Juvenil Rubén Darío.
Es fuente de inspiración de Zuriel, pero también él se siente contento de que su hijo los acompañara desde pequeño en el amplio mundo de la música.
“Nos sentimos orgullosos porque hemos visto ese esfuerzo que él desde pequeño ha hecho y también nosotros como padres también le hemos alentado a que siga adelante”, comenta el hombre, que aunque parece ser un poco más bajo que su hijo, guarda grandes similitudes faciales con él.
Para lograr un espacio entre los 80 que conforman la Orquesta de las Américas, es necesario medirse con los más de 3,000 que adicionan.
Zuriel dice fue hasta haber sido seleccionado cuando se pudo dar cuenta de lo difícil que era quedar. “El primer año yo no me lo creía. Es más, fui consciente de lo difícil que es entrar, este año es el quinto que voy y me emociono cada vez que veo el correo de aceptación”, afirma con su tono honesto y voz calmada.
Para estar listo, ejercita sus habilidades cada vez más, aun sobrepasando su rutina diaria de ensayos con la Camerata por la mañana y de clases por la tarde, para competir con aquellos que dedican también su tiempo completo a la música. “Es cuestión de calidad lo que hay que entregar. No es cuestión de que si uno toca, porque la verdad es que todos los que adicionan tocan y yo prácticamente paso todo el día haciendo música”.
Zuriel estima en gran medida el apoyo que siempre recibió en su familia pero también destaca cómo se siente animado por vivir en un país que hoy ha girado su atención al desarrollo de la cultura y el arte como nunca antes.
Se considera afortunado por haber tenido la oportunidad de vivir en ésta época “porque a nivel centroamericano, uno que tiene contacto con otras regiones, yo siento que no hay un gobierno que esté apoyando tanto a la juventud y a la cultura como lo está haciendo el gobierno de Nicaragua”.
El joven, que aporta su grano de arena para que los esfuerzos de gobierno cuenten con mayor respaldo, participa con un proyecto que se ejecuta con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a través del cual han captado a 300 niños de escasos recursos, con los que se ha trabajado y dotado de instrumentos para fortalecer sus capacidades.
También será parte de las orquestas juveniles municipales que serán desarrolladas por el MINED y viajó con la Fundación INCANTO y el apoyo del Gobierno Sandinista a Italia a exponer su arte.
Éste año, el tour de la Orquesta de las Américas visita varias ciudades de Chile, Argentina y Brasil, y Zuriel, entre confiado y nervioso, está listo ya para despojarse de su identidad personal, para bautizarse como “Nicaragua” en el evento y hacer brillar el nombre de su patria una vez más, poniendo a disposición el talento que nace de su corazón y descarga con sus manos en el violín.