Con una solemne eucaristía, familiares, amigos, alumnos y compañeros de labores dieron el último adiós al Gran Maestro, Alberto San José, quien en vida fuera impulsor y guía del canto lírico en Nicaragua y Presidente de Fundación Incanto.
Asimismo, estuvieron presentes artistas líricos, el Compañero Laureano Ortega Murillo, director general de Fundación Incanto y Karen Santamaría, coordinadora general de Fundación Incanto.
La eucaristía fue oficiada por el Padre Antonio Castro, quien expresó que el Maestro Alberto San José fue un hombre de fe, superación, metas y propósitos, siempre viendo hacia el futuro.
“Dio vida con tantos talentos que Dios le dio, no se los guardó para sí, no fue egoísta, fue un hombre entregado, generoso, supo compartir y hacer producir los talentos. Dio su vida en tantos grupos líricos de Nicaragua, en docencia, en el canto lírico, en la Fundación de Incanto, pilar fuerte, ahí dio vida”, aseveró.
Además, destacó que era un hombre muy respetuoso, de voz baja al hablar. Aunque pensaran diferente de él, tenía mucho respeto al pensamiento, a la opción de cada una de las personas.
“Y el Señor se lo lleva en este tiempo de Navidad. Tiempo de nacimiento, él nace a la eternidad, a la presencia eterna de Padre, porque supo construir sobre bases sólidas, sobre base firme, sobre roca fuerte, construyó muchos y buenos grupos líricos, de canto, de ópera, de actuación”, puntualizó el Padre Castro.
Por su parte, el Maestro Ramón Rodríguez, vicepresidente de Incanto, refirió que el legado que ha dejado el Maestro San José en la música de Nicaragua es muy importante.
“El Maestro impulsó el canto lírico, la ópera, la zarzuela y formó a los primeros jóvenes que ahora son ya con mayor nivel en la Fundación Incanto, y a través de ello se han multiplicado y ahí podemos apreciar su legado”, apuntó.
Asimismo, resaltó que fue fundador del grupo lírico y reconocido por el Buen Gobierno con la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío por sus méritos, entrega y pasión.
Igualmente, la soprano Elisa Picado mencionó que debe ser recordado con alegría y con devoción porque fue un hombre que entregó su vida por la cultura nicaragüense.
“Él creyó en Nicaragua, creyó en la juventud nicaragüense, en el talento nicaragüense y su labor es palpable por todos nosotros. Aquí encontró una familia que no era de sangre, pero que era espiritual, que lo vamos a extrañar y amar hasta el fin de nuestros días y esperamos con mucha humildad prolongar tan enorme y tan grande legado que nos ha dejado”, enfatizó.
De igual manera, el Compañero Laureano se mostró agradecido con Dios por haberlo tenido como su Maestro, siendo una parte fundamental de su crecimiento y dijo sentirse orgulloso de haberlo conocido.
“Conocer a una persona excepcional, extraordinaria como él, que dedicó su vida a la enseñanza, a la labor más loable, era ver y sentir una luz de esperanza en este mundo que es tan complejo, que puede ser a veces tan cruel con ser personas que son la expresión más pura de bondad", dijo el Director de Fundación Incanto.
Agregó que continuarán con el trabajo que inició el Maestro: “Tenemos una gran responsabilidad, porque lo que él inició no va a terminar aquí, nos toca a nosotros seguir adelante con su trabajo que ha sido enorme, ha sembrado esta semilla en un país donde no existía este tipo de arte, un tanto que estamos aquí presentes el día de hoy, por supuesto que le deseamos la paz eterna, el descanso eterno, pero seguramente, aquí su labor continúa en nuestros corazones y seguiremos adelante con ese trabajo por el arte, por el desarrollo de Nicaragua a quien entregó su vida y de verdad que la entregó por el arte, le agradecemos por esa entrega, ese amor que nos demostró siempre nuestro querido profesor Alberto San José, la luz de la música lírica aquí en Nicaragua. Gracias Maestro por todo”.