Amanece en el municipio de Mateare y el sonido de corte de tela y de la máquina de coser ya se escucha en la casa de don Carlos Rogelio Padilla López, quién junto a su familia se prepara para una jornada más de elaboración de togas, birretes y estolas utilizada por los estudiantes en las promociones escolares.

En el taller improvisado en el patio de su casa nos reciben yardas de tela de colores rojo vino y celeste, el complemento principal para la confección de togas, el vestuario que da elegancia a los estudiantes que desfilan en las promociones escolares que se celebran en los colegios del país.

Este hombre de 55 años de estatura baja, cabello rizado con camisa y pantalón de vestir es el propietario de este taller, popular en Mateare.

TALLER

“Nosotros comenzamos a trabajar en agosto y comenzamos a entregar pedidos a finales de noviembre, ya que las promociones inician en los primeros días de diciembre. En pedidos elaboramos de 900 a 1000 togas de agosto a noviembre”, dijo.

Don Carlos de 55 años, como pastor evangélico destacó que su confianza está puesta en Dios y está claro que Dios nos e olvida de Nicaragua.

“Gracias a Dios en este año hemos elaborado 500 togas, a pesar de las dificultades, no ha ido muy bien, no nos quejamos, porque nunca nos ha faltado el trabajo, no hay necesidad de irse en otro lugar, aquí en Nicaragua estamos bendecidos”, añadió.

Aprovechó para parafrasear Proverbio13:11 “Las manos laboriosas nunca estarán vacías”, versículo que literalmente dice:  Las riquezas de vanidad disminuirán; Pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta.

TALLER

Este emprendedor destacó que es importante trabajar con entusiasmo y alegría y sobre todo con unidad, el secreto para que este negocio pueda mantenerse.

“La clave de este negocio es la unidad, armonía entre nosotros, el deseo de trabajar, hacerlo con gozo, alegría y pasión, sobre todo, entendiendo que el trabajo es una bendición y eso nos ayudado para tener las puertas siempre abierta”, recalcó.

Un día de trabajo

Compartió que una vez que van al mercado a comprar la tela y el material que hace falta, la jornada inicia desde muy temprano, “sacamos las maquinas, limpiamos el lugar, agradecemos a Dios y comenzamos a trabajar. Primero yo corto, luego otra persona arma, otra cierra, otro hace las estolas, borla, y los birretes, además de otros detalles manuales y el proceso final es con el planchado”.

Señaló que se siente orgulloso que a través de su trabajo poder aportar a que los estudiantes puedan lucir elegantes en ese día tan especial que llena de orgullo a la familia por una meta culminada.

“A mí me llena de alegría de poder servirle a los padres, a la familia, a Nicaragua con mi trabajo, porque ellos quieren tener un recuerdo de su culminación de preescolar, primaria, secundaria y hasta de universidad, y que bonito ser partícipe de esa alegría”, indicó.

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Valoró que ese momento de celebración es una victoria más del joven, de la familia al poder culminar con sus estudios “y ver esa pasión y deseo de superación me llena de alegría y damos gracias a Dios y al gobierno que hay colegios, hay educación y aquí en Nicaragua el que no quiere estudiar, ni trabajar es porque no quiere, porque oportunidad hay para todos”.

Don Carlos inició su taller hace más de 12 años, pero fue a la edad de 14 años que aprendió la costura, -entre risas- asegura que fue obligado por su padre y su hermano, “aunque no me gustaba ahora les agradezco porque me está sirviendo y hoy esos conocimientos han sido de bendición”.

Comentó que trabaja en conjunto con fotógrafos, ofreciendo sus servicios de elaboración de toga en los colegios. En el resto del año se dedica a la confección de camisa, pantalones y uniformes.