Amigos, familiares y compañeros de trabajo del subprocurador de Derechos Humanos, doctor Adolfo Jarquín Ortel le brindaron el último adiós durante sus honras fúnebres que se llevaron a cabo en el cementerio Sierras de Paz.

Antes del sepelio, en el Parlamento de Nicaragua le rindieron tributo y le entregaron póstumamente la orden general José Dolores Estrada Batalla de San Jacinto, la que fue impuesta por el presidente de la Asamblea Gustavo Porras a su esposa María Lourdes Porras.

En el camposanto se realizó una misa de cuerpo presente presidida por el padre Bismarck Carballo, en donde su familia agradeció todas las muestras de cariño y los mensajes de solidaridad brindado por representantes de las diversas instituciones.

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Vengo a despedir a un amigo, don Adolfo nos ha acompañado domingo a domingo en la eucaristía y teníamos la oportunidad de compartir algunos elementos de la vida, de la sociedad, del mundo, pero sobre todo el tema de los derechos humanos, este es un tema que a todos nos compete que tiene su raíz de ser en el evangelio la dignidad de la persona humana y los derechos fundamentales del hombre por eso me parece una pérdida irreparable que don Adolfo haya dejado esta batalla, sé que hay en la comisión otras personas que van a continuar este trabajo, pero no hay duda que hemos perdido un gran valor a una persona que ha batallado a favor de los derechos humanos”, dijo Carballo.

Mario Porras, sobrino del doctor Jarquín lo describió como una persona que siempre promovió la unidad de la familia.

Siempre lo recuerdo cuando era un niño que aunque estaba muy ocupado y tenía poco tiempo porque estaba ocupado en muchas cosas del trabajo hacia tiempo para estar con nosotros, para jugar con la pelota, nos ha dejado un ejemplo enorme de lo importante que es la familia y el valor que tiene la familia siempre”, dijo Mario.

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El doctor Carlos Mario Peña, uno de sus grandes amigos, manifestó que el paso a otro plano de vida de Jarquín Ortel es una gran pérdida para Nicaragua porque en todas las circunstancias demostró el amor y cariño que les tenía a su país y al pueblo.

Fue una persona tan grande que logró convencer de la realidad que vivimos los nicaragüenses en el extranjero en la Asamblea de las Naciones Unidas en Suiza, en donde pudo exponer a todos sus miembros de la realidad de lo que sucedía en Nicaragua y que los derechos humanos se defendían en su totalidad en todos los sectores sociales y políticos de Nicaragua. Adolfo siempre fue un férreo defensor de Nicaragua, siempre demostró lealtad”, afirmó Peña.

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