La naturaleza intolerante del ser humano, en tanto limita sus capacidades hasta la visión que tenga desde su propia nariz, ha encontrado en el inhóspito mundo de Facebook, sin duda alguna la red social más popular del mundo, el terreno más apropiado y fértil para dar rienda suelta a los antagonismos, a las contradicciones y a los odios más absurdos entre gente que ni siquiera se conoce y que generalmente termina moliéndose a insultos cuando sin importar el tema el uno no está de acuerdo con el otro.
En esta red, que de social tiene poco y de vulgar tiene mucho, católicos y evangélicos desmembran a Jesucristo, cada quien diciéndose único dueño del Hijo de Dios y en el mismo curso de la irracionalidad, Los barcelonistas lo son con los madridistas; Los liberales con los sandinistas; Los dantistas con los boeristas y así todos contra todos desde una idea que seguramente nació para acercar a las gentes pero en la práctica termino por enemistarlas, generalmente sin posibilidades de retorno y es un fenómeno que no ha dejado al margen ni a la propia familia.
Facebook es un mundo dentro de nuestro mundo y me voy de espalda cuando tiene más me gusta, más comentarios o más compartidos una aberración, que algún mensaje de carácter espiritual que generalmente no solo pasa desapercibido, sino que no faltan los vulgares que se burlan de las cosas de Dios o de los consejos sanos para andar sobre los buenos caminos de la vida, sino que por añadidura te cuestionan o se mofan de tu fe o te llaman ridículo porque no estás del lado de su ignorancia.
Ahora mismo con la crisis que nos fue impuesta desde afuera y que se encuentra, como si se tratara de un viacrucis en la estación de la amnistía, esta red social, el tal Facebook, es un verdadero campo de exterminio donde se acribilla sin compasión, donde la dignidad humana no vale un centavo, donde el respeto está prohibido y se despedaza a todo aquel que no comente sus publicaciones en la dirección que el otro quiere.
En la actual coyuntura el mundo de Facebook, desde la porción que corresponde a Nicaragua, muchos quieren opinar sobre el conflicto, algunos lo hacen responsablemente, pero la gran mayoría desinforma, tergiversa y manipula los hechos desde un interés odiosamente personal y político sin imaginar el masivo daño sicológico que causan a quienes tienen acceso a esta red.
Estoy claro del impacto profundo de los acontecimientos y cómo afecta nuestro estado de ánimo. Tendríamos que ser piedras para no sufrir que muchas personas entre policías que son los más, estudiantes, gentes que no tenían nada que ver con el conflicto y hasta un periodista, murieran y otro como Bismarck Martínez lo hayan torturado, desaparecido y asesinado.
Cómo no entrar en un estado de indignación percibiendo al país desangrado, aboyado, quemado y lo peor odiándose porque esta red es ahora un instrumento bélico de desasosiego en manos de quienes saben perfectamente lo que hicieron y lo que hacen porque después de un año del estallido de aquel perverso y maquiavélico golpe de estado hay quienes persisten en su estupidez.
Es urgente, es vital e impostergable que quienes sintamos un verdadero amor por nuestro país, por esta nuestra Nicaragüita querida, independientemente de los signos políticos o ideológicos que tengamos, ambientemos y promovamos el diálogo para alcanzar la paz. No podemos seguir como estamos, hay que deponer las espadas, hay que bajar el tono de aquellas voces que empinadas desde la intransigencia se aprovechan del momento para vestirse de héroes, de salvadores y hasta de candidatos presidenciales.
Los que así lo hacen piensan que están permeando la mente del pueblo para ganar simpatías, pero se equivocan porque en el rostro de cada nicaragüense, al menos aquel que quiere ser extraído del mundo del caos y la anarquía, hay una súplica a Dios por la paz, por la reconciliación, por la unidad de propósitos, por un basta ya a la ofensa, a la calumnia, a la amenaza de muerte y a la negación del diálogo.
Tristemente sin embargo los que hicieron la gran trastada a Nicaragua llevan ya un mes de ausencias de la mesa del diálogo donde su contra parte, el GRUN, los ha estado esperando con seriedad, sin embargo, los de la alianza cínica pretenden negociar, aunque todos sabemos que no tienen nada que dar, desde las inhóspitas páginas de Facebook donde el que menos modula lo único que sabe hacer es insultarte, ofenderte o a propósito del contexto en el que nos encontramos, mencionarte a la madre.
Muchas de las personas que son parte de mis contactos son políticos y periodistas que, con sus estilos, algunos serios otros chabacanos, expresan sus opiniones y las respeto. Una parte de ellos tiene una visión diametralmente apuesta a la percepción que yo tengo del país y a veces me pican las manos por comentar lo que pienso en sus publicaciones y aunque sé que ellos serían incapaces de responder con una vulgaridad hay otros que meten su cuchara y te terminan despedazando hasta que te cansas y hartas de tantas bajezas y terminas preguntándote a qué horas me metí aquí.
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Al final cada quien utiliza la red para lo que su capacidad y personalidad es capaz de dar. A mí me sirve para compartir informaciones, para compartir reflexiones cristianas y de vida, para publicar mis editoriales u otros afectos que me representan calidades humanas, pero de eso a ser parte del mundo inhóspito de Facebook jamás.
Creo que la vida es demasiado corta como para desperdiciar el tiempo en cosas que no valen la pena. Antes bien seguiré insistiendo que la llave para alcanzar la paz es la oración para hacernos escuchar ante Dios, para pedirle a nuestro Padre Celestial que nos abrace y nos de fuerza para seguir sembrando semillas de paz, incluso en esos terrenos ponzoñosos de Facebook donde tienes por amigos a gentes que nunca has visto y que terminan demostrando su cariño con ramilletes de insultos escritos desde la más sofisticada refinería donde se procesa el odio.
Para toda esa vulgaridad hay que decir que también hay satisfacciones personales, porque no hay nada más sabroso, antes que descender al averno oscuro de la ignorancia, que bloquear y mandar al carajo a cada puchito, a cada charbasca, a cada cosa o miseria humana que como pulga brinque desde el tapete del inhóspito mundo del tal Facebook.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.