Hoy amanecí enojado con los sacerdotes que callan la destrucción causada por malhechores. Con los que se alinean con aquellos que son pro aborto y partidarios del matrimonio entre personas del mismo sexo. Dos pilares infranqueables de la madre iglesia católica. Por razones ideo-políticas pareciera que inhiben su conciencia, su Credo.

Hoy amanecí enojado al ver que los llamados en primera instancia a promover la paz, la mansedumbre, la convivencia, la concordia, como ordena Jesús; aparentan promueven la violencia entre hermanos. Prestos a criticar a unos y callar ante las atrocidades de otros.

Hoy amanecí enojado viendo como vándalos destruyen el país que amo. Mi enojo crece al ver que tantos logros sociales, de seguridad ciudadana, económicos, culturales, ambientales, infraestructura, energéticos, financieros, y otros muchos, son exterminados por hordas llenas de odio. Y quedan impunes.

Hoy amanecí enojado al ver como el odio campea ufano por las calles de mis ciudades; quemando propiedad pública y privada, poniendo tranques, cobrando peaje, aterrorizando niños, coartándole su derecho al estudio, coartando el derecho al trabajo, saqueando, y tantos otros delitos, propios de facinerosos.

Hoy amanecí enojado por tantas muertes de un lado y de otro, pero más cuando veo corazones duros de enmascarados que ejecutan sin remordimiento; como que le han agarrado el gusto a matar y destruir.

Hoy amanecí enojado, arrecho, por tantas noticias falsas difundidas intencionalmente; pero crece el enojo al percatarme que hay gente que las ingiere, las cree, sin análisis, sin reflexión.

Hoy amanecí enojado, pues el único diagnostico que hacen los medios de tanta barbarie que acontece es siempre culpa del gobierno. Simplismo que raya en el cinismo.

Hoy amanecí arrecho pues amo Nicaragua, pero no caeré en la tentación de odiar, detestar, maldecir, renegar…

Hoy amanecí arrecho, me pondré en las manos del Señor.