I
En 2014 ocurrieron los movimientos sísmicos de Nagarote y La Paz Centro, tocando con relativa fuerza algunas zonas de la capital, a pocos días de la Semana Santa. La intensidad, los daños materiales en esos municipios de León, y la zozobra provocada, exhibían un componente simbólico: los 6.2 Richter del terremoto que destruyó el casco histórico de Managua en 1972.
El fallamiento local se volvió, publicitariamente, nacional. Algunos especialistas del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales interpretaron los datos de una forma tal que derivaron en una “alerta roja” que repercutió, por los medios de comunicación, como si fuera para toda la nación. Faltó una mayor precisión técnica. Aunque suceda cerca de Managua, no quiere decir que los 130.373 km² completos de Nicaragua, más sus bellas islas lacustres y del Caribe, estén afectados.
Consecuencias: el turismo mermó, y balnearios enteros y centros de esparcimiento, restaurantes y demás negocios que nada tenían que ver con Nagarote y La Paz Centro, sufrieron un bajón de visitantes en plena temporada de verano.
Cuando sucedió el evento de hace 45 años, fue considerado una catástrofe nacional. El corazón provinciano del propio corazón del país, sufrió un infarto telúrico.
En aquella trágica madrugada, se apagó el centro de Managua, Nicaragua y la Navidad; se apagó porque todos sus canales y radios salieron del aire; el diario “La Prensa” apenas volvió a circular tres meses después, y “Novedades” de Somoza, apareció poco antes, imprimiéndose en El Salvador. Entonces, un diario leonés se volvió por esos días de “silencio”, en el periódico de Nicaragua: “El Centroamericano”.
Y qué decir de las entidades gubernamentales, tan concentradísimas en el Distrito Nacional.
Sin embargo, a pesar de tantas muertes en un perímetro muy focalizado, no toda Managua fue devastada. Ahí quedaron, en pie, Campo Bruce, Ciudad Jardín, San Judas, Planes de Altamira, Larreynaga, Linda Vista, la Colonia 14 de Septiembre, la Nicarao, La Centroamérica… y otros tantos barrios.
Algunos de esos vecindarios estaban en los lugares correctos y, al parecer, bien construidos.
El Banco de América soportó con la altivez de sus 17 pisos, el desmesurado temblor y sus réplicas. Según informaciones de la época, una de las premisas para aprobar el financiamiento para ese proyecto, hecho posible en 1970, fue ceñirse al estricto Código de California. Los resultados quedaron a la vista.
¿Qué quiere decir lo anterior? Si bien acontecieron los terremotos de 1931 y 1972, y unos que otros enjambres sísmicos que no pasan más allá del susto, no necesariamente Managua es la Capital del Peligro.
II
En tanto el Ineter y sus cuadros mapeen la urbe y sus contornos, y se estudie a profundidad, literalmente, las ya conocidas fallas de Los Bancos y El Estadio, Tiscapa y El Aeropuerto, por ejemplo, los niveles de riesgo declinarán a favor de la vida. Pero…
El Gobierno de Reconstrucción y Unidad Nacional ha hecho su parte. A las autoridades en el día a día, a la alcaldía, y a los propietarios de predios, desarrolladores, urbanizadores, les corresponde acatar las disposiciones de Ineter. El criterio científico debe prevalecer a la hora de otorgar el permiso de construcción y su posterior verificación.
El presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo, si bien son los gobernantes con más sensibilidad respecto al tema de las placas tectónicas en nuestra historia, no cuentan con el atributo de Dios, la Omnipresencia, para estar vigilantes cada vez que se vaya a erigir un edificio.
De ahí que especialistas como geólogos, geofísicos, ingenieros estructurales, etc., que laboran de forma independiente o en compañías constructoras, deben asumir con una alta responsabilidad sus estudios, el impacto de la obra en el terreno, y sobre todo, si hay un fallamiento.
Recordemos que las estructuras destinadas para albergar enormes colectividades, exigen una mayor rigurosidad en cuanto a cumplir las normas al pie de la letra: estadios, hoteles, hospitales, colegios, universidades…
Podría ser que determinado lugar sea “lindo”, que esté “bien ubicado”, y que “ahí hacía falta este tipo de inversión”, pero todo es relativo: eso “lindo” y “bien ubicado” que se “ve” sobre la superficie, también debe tener su correlato subterráneo. Es decir, bonito arriba y bonito abajo. Sin esa ecuación, mucha gente podría ser víctima de una irresponsable decisión humana, aunque luego se le eche la culpa a un “desastre natural”.
El Código de la Construcción, que debe actualizarse conforme las nuevas tecnologías, las modernísimas herramientas y el mismo conocimiento de los expertos, es como el Manual del Conductor de la Policía de Tránsito. Una raya continua en la carretera, es un No Aventajar. Arriesgaría su existencia. Una raya sinuosa en el mapa geológico equivale también a un Alto en la vía: No-Construya. Amenaza inminente bajo sus pies.
Hay un principio en Geología que tiene mucho de Moisés: “No construirás sobre una falla”. El defecto de esa parte de la corteza terrestre tarde o temprano se expandirá, fatalmente, sobre la obra que ahí se ejecute. Si no lo creen, baste revisar algunas edificaciones para advertir sus paredes cuarteadas, el costo de mantenimiento que se eleva a la par de las irregularidades del subsuelo. Y eso no es asunto de un poquito de cemento y una “capita” de pintura para maquillar el irrespeto al Código.
III
Las investigaciones de los expertos, la colaboración de estudiosos de Japón, Taiwán, de Estados Unidos, México, etc., prácticamente capacitan a Nicaragua para contar con un territorio más seguro.
Pero aclaremos: los sismos no son “patrimonio” exclusivo de nuestro país. Se producen en Japón o México, Chile o Indonesia, China o Estados Unidos, por citar algunas repúblicas. La Tierra es un planeta vivo, en movimiento.
Hace poco, RT informó que “Richard Aster, profesor de geofísica de la Universidad Estatal de Colorado (EE.UU.), ha advertido que una serie de terremotos devastadores podrían azotar California y asegura que hay que ‘prepararse para lo peor’.
“El geofísico subraya que el Gobierno californiano cuenta con una cultura sísmica suficiente para estar preparado ante una eventualidad sísmica (simulacros, kits de emergencia y planes de acción), además de los avances a nivel de detección, protocolos de respuesta rápida y alerta temprana”.
No obstante, Hollywood continúa con sus películas; Disneyland y Universal Studios acogen más visitantes, mientras los fanáticos de los Atléticos de Oakland, los Padres de San Diego, Los Ángeles Dodgers y Los Gigantes de San Francisco colman los estadios.
El Estado número 31 de EEUU no pierde la brújula de su exitoso rumbo económico. Nadie vive en pánico.
Es cierto, hasta ahora los terremotos son huraños a las predicciones. Lo que un verdadero experto sí conoce, y con anticipación, es qué edificio podría colapsar o resultar seriamente dañado por estar en el sitio equivocado.
Al escudriñar la tierra, un buen geólogo conocerá con precisión dónde es que los terremotos tienen sus “nidos” mortíferos. Y no será una magnífica idea colocar encima de ellos la vida humana.
Un pueblo de cultura judeo-cristiana nunca debe olvidar que Dios es un Dios de orden.