Cuando la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) estimó que la economía de Nicaragua se expandirá en un 5% en 2018, prácticamente dio el banderillazo de salida para que el país apunte a todo lo alto en 2018.
Al concluir 2017, los índices de crecimiento fueron muy favorables para la nación, al ser la tercera economía del subhemisferio con un eficiente desempeño, detrás de Panamá y República Dominicana.
Pero el tema contante y sonante del orden material no se da por generación espontánea, aislado del acontecer espiritual nicaragüense. Es el resultado de una sociedad que respira concordia y ama la paz, responde con el trabajo y su fe mayúscula en Dios.
Podemos ver que el pueblo de Nicaragua en estos últimos años ha venido recuperando sus estándares de antaño: pueblo calmo, dado a la solidaridad, a la hospitalidad, y a las labores del día a día, que en eso no hay pie atrás. En su conjunto, la economía y la cultura reflejan con exactitud esos andares que nos identifican con lo mejor de nuestra identidad nacional.
Es claro que muchos de los efectos positivos de una sociedad sana no son del agrado de una minoría de extrema derecha, porque intentan imponer su punto de vista a como dé lugar, proyectando como hechos, sus propias opiniones.
Uno de los ejemplos verificables es la estabilidad nacional. Sin las convulsiones sociales ni la violencia que sufren otros países, en los despachos noticiosos de la prensa internacional, a menos que haya una agenda politiquera, no se rastrean cárteles moviéndose como Pedro por su casa, sicariatos, atentados, terrorismo…
Más seguridad ciudadana
Nicaragua, al contrario, presenta un magnífico expediente de seguridad en América. La Primera Comisionada de la Policía, Aminta Granera, informó que se redujo de 8 a 6 homicidios por cada 100.00 habitantes. Es la tasa más baja en Centroamérica y la segunda en América Latina.
“La tasa de homicidios en el período (agosto 2016-julio 2017) es de 6 homicidios por cada 100.000 habitantes. Esta es la tasa más baja en Nicaragua en los últimos 16 años”, dijo la jefa policial.
Esto es parte de la realidad vasta y comprobable.
El Director General de América Latina y el Caribe de la Cancillería de Japón, Yasushi Takase, al sostener en junio un encuentro con el Presidente del Banco Central de Nicaragua, Ovidio Reyes y el Ministro de Hacienda y Crédito Público, Iván Acosta, destacó el comportamiento vital de la nación.
“Conocemos que Nicaragua está manteniendo un crecimiento económico muy estable durante los últimos años. Nos ha explicado el Presidente del Banco y Ministro (de Hacienda), el secreto de este crecimiento”, en referencia al Modelo de Alianzas, Diálogo y Consensos entre la empresa privada, el Estado y los trabajadores.
“Japón y Nicaragua tenemos muchos años de relación muy amistosa, sin embargo queremos fomentar aún más nuestras relaciones, y por eso vengo aquí. Japón está decidido a continuar cooperando con Nicaragua”, subrayó.
Estas palabras no salen de cualquier parte. Provienen del alto cargo de una de las naciones más poderosas del mundo, en todas las ramas, al punto que decir “marca japonesa” es reconocer un sello de calidad garantizada.
Y lo que ha dicho el señor Takse es apreciable, además, en materia de inversión. La confianza depositada por 68 países, en los más variados rubros, reitera el buen rumbo de la República.
Mientras, Javier Corado, gerente de país de British American Tobacco Centro América y el Caribe (Batca), anunció en octubre que la firma desembolsará US$4.5 millones de capital nicaragüense e inglés.
“El fortalecimiento de nuestra infraestructura es uno de los signos más claros de la confianza que tenemos en el país. Este tipo de inversiones son claves para convertir a Managua en una ciudad moderna y pujante”, apuntó.
Rodolfo Contreras de Mercadeo y Ventas de Hard Rock Café Managua, dijo en este mes, que abrieron el negocio tras “un estudio bastante a conciencia; nuestros socios han presentado lo mejor que Nicaragua tiene y vemos expectativas de crecimientos donde todos vamos a salir favorecidos”.
Contra lavado
Nicaragua también apunta hacia la transparencia. En agosto pasado, el Instituto Basilea, una organización independiente sin fines de lucro, informó que Nicaragua y El Salvador son los países del área con el más bajo riesgo de sufrir lavado de activos y financiamiento para el terrorismo, según el Índice de Anti Lavado de Activos y Contra el Financiamiento al Terrorismo (ALA/CFT).
De acuerdo al informe, “en una calificación de cero a diez, en la cual la nota más alta indica un mayor riesgo, El Salvador obtuvo un puntaje de 4.69 y Nicaragua de 5.84, en el informe de Basilea correspondiente al año 2016. El riesgo es mayor en Costa Rica (5.93), Guatemala (5.97), Honduras (6.04) y Panamá (7.09)”.
Por otra parte, en julio la agencia calificadora de riesgo crediticio Moody’s Investors Service reajustó la perspectiva de calificación de “estable” a “positiva”. También ratificó la categoría “B2” de la calificación de la deuda soberana de Nicaragua en moneda nacional y extranjera, informó ayer el Banco Central de Nicaragua (BCN).
Moody’s fundamenta su decisión en dos “factores clave”: el primero se refiere a la continuidad de la estabilidad fiscal y las perspectivas económicas favorables; y segundo, la expectativa de la agencia calificadora que las políticas macroeconómicas de las autoridades mitigarán el impacto de posibles choques externos futuros.
En agosto, Fitch Ratings, agencia calificadora de riesgo, apuntaló un cuadro positivo de Nicaragua, para atraer mayor inversión extranjera, producto de la estabilidad macroeconómica existente.
“Para nosotros es importante que esas calificaciones se mantengan, vemos que en otros países de Centroamérica han bajado, los de Nicaragua se mantienen, en algunos casos tienen perspectiva positiva y eso permite que sigamos atrayendo inversión”, dijo José Adán Aguerri, presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP).
Esta es la plataforma que se ha construido en nuestra República. Y gracias a Dios, se logró, pese a las limitaciones estructurales que se arrastran del pasado, la caída de precios en algunos productos en el mercado internacional, los estragos de la tormenta Nate, y la insidiosa campaña de algunos para afectar la imagen de Nicaragua.
En 1977, considerado el máximo año de la economía nacional, existían apenas –y aquí sí cuenta el término– 2 millones 928 mil 981 de nicaragüenses. No es lo mismo administrar una nación con esa cantidad de país rural, dueña apenas de 102 mil 514 televisores blanco y negro, que hablar de más de 6 millones de vivientes de una república más urbana y más comunicada.
En agosto pasado, el Banco Central detalló que el 86.2% de las viviendas de Nicaragua posee un TV a colores.
En 2018 Nicaragua entra a otro nivel con el Sandinismo liderado por el comandante Daniel Ortega y la escritora Rosario Murillo. Ya no es el país en blanco y negro que heredamos. Y no se trata de ninguna metáfora.