Un sueño por ser arquitecto, un futbolista en formación y la curiosidad por el arte de la danza, convirtieron en un gran bailarín al nicaragüense que ha vencido fronteras y que hoy triunfa a miles de kilómetros de la tierra que lo vio nacer.

Jairo Ulloa, quien a sus 28 años se define como un “romántico por la vida, apasionado por su patria y familia”, es un ser humano muy sensible y para quien los límites no existen si de materializar un sueño se trata.

Sus inicios en la danza fueron muy particulares, pues siendo un adolescente anhelaba con ser arquitecto.

“Mi hermano mayor Leonardo Ulloa estudiaba arquitectura en la UNI, y cuando yo estaba pequeño recuerdo que me quedaba con él hasta las 3 am más o menos viéndolo trabajar en diseños y maquetas. Pero yo no fui un estudiante dedicado en la secundaria, yo jugaba mucho fútbol y luego la vida me dio a conocer una nueva faceta, la cual aún está conmigo, que es la danza”, comenta Ulloa.

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Entre risas y recuerdos cuenta que jamás imaginó que la danza se convertiría en su amante entrañable e inseparable; pero su curiosidad por este arte nació luego de ver en acción al ballet del que era parte su hermana menor, Gabriela. “Tuve la oportunidad de ver al que entonces se llamaba Ballet Folklórico Quetzaltnahuatl, dirigido por el maestro William Herrera, presentarse en el Teatro Nacional Rubén Darío, y recuerdo que abrieron con un Valse. Yo me quedé impresionado y me cuestionaba cómo hacían todos esos pasos, totalmente maravillado”.

Un fin de semana luego de ese espectáculo en el Teatro Nacional Rubén Darío, decidió acompañar a su hermana a un ensayo; la semillita de la curiosidad estaba en proceso de germinación y el artista dormido estaba a punto de despertar.

Tras aceptar la invitación del maestro Herrera, aún recuerda que asistió al primer ensayo con un buzo azul, una camisa del Ché y sus calcetines, sin duda fue el inicio de un camino del que no paró de andar. El maestro Herrera, el subdirector y maestro Armando Cerda y Darwin Arellano, fueron quienes se encargaron de su formación como artista.

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De un pasatiempo al arte que lo enamoró

En ese entonces la Escuela Nacional de Ballet abrió nuevamente en el tercer piso del TNRD y ese mismo año la carrera de Licenciatura en Danza, Ulloa arriesgado y sin pensarlo dos veces decidió matricularse sin decirles nada a sus padres, con el pasar de los días lo que inició como un pasatiempo se convertiría en algo más serio, ya formaba parte de agrupaciones representativas de la danza en el país, como la Compañía Ballet de Nicaragua, Gran Ballet Quetzaltnahuatl, Danza Contemporánea Universitaria Unan-Managua, Compañía de Danza Ollantay sumado a sus estudios en Marketing y publicidad.

“A mis padres no les gustaba que no pasaba para nada con la familia y me dijeron que tenía que tomar una decisión de vida, entonces les dije que yo quería ser un artista, es lo único en lo que he podido ser aplicado en mi vida y que quería ser un profesional, y recuerdo que mi padre me dijo: vas a ser un artista y el día que podas salir del país, quiero que lo hagas", afirma Jairo, para quien el apoyo de su familia ha sido incondicional y pilar para llegar hasta donde se encuentra ahora.

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Bailarín destacado en Connecticut

Aunque sus inicios no fueron fáciles, para Ulloa, el artista que con esfuerzo y dedicación se transformó en un profesional de la danza, logró aplicar a una beca en Nueva York donde viajó a mediados de 2012 con Mystic Ballet, acompañado de su maleta de sueños, nostalgia y su entrañable espíritu de superación, desde entonces adicionó para diversas compañías y envió curriculum a otras para abrirse campo como maestro de danza.

“Como bailarín he estado con el Connecticut Ballet, Island Moving Company, Gainesville Ballet y New England Ballet y como profesor en el prestigioso Connecticut Ballet Center, New England Dance Art, New England Dance Academy, Connecticut Theater Dance, Nutmeg PAC", comenta Jairo.

Connecticut se encuentra entre Massachusetts y Nueva York, lo cual facilita el acceso a otras oportunidades para colaborar con otros artistas o trabajar como agente libre.

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Actualmente Ulloa es Ballet Master y miembro de la directiva del New England Ballet donde se desempeña con mucho éxito.

En 2016 ganó el premio “Artista proyección internacional del año” de la asociación de artistas de Nicaragua.

En una mirada retrospectiva este orgullo nicaragüense comenta que aún faltan sueños por hacer realidad, hoy es un hombre más maduro, con distinta perspectiva del arte ya que ha visto muchas compañías élites, ha bailado al lado de grandes figuras de compañías como el ABT y el NYCB, pero en esencia siente que sigue siendo el mismo muchacho de la colonia Xolotlán, el mismo que baila folklore en una tarima con el sol de mediodía o ballet-contemporáneo, en cualquier gran escenario representando a su patria con dignidad y orgullo.

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La danza es la punta del Iceberg

“El escenario simboliza para mí la punta del iceberg, porque todo lo que está bajo agua es el esfuerzo que muchas personas desconocen”, expresa Jairo.

La danza es un arte transformadora, hay quienes nacen amantes al deporte, o con el don de lograr movimientos corporales al son de una melodía, como Jairo, este joven se siente agradecido con la vida, su familia y las personas que han aportado a su formación profesional, consciente de los retos que representa dedicarse a la danza.

Jairo se ha convertido en un orgullo de Nicaragua, para él su cuna artística siempre será el Gran Ballet Quetzaltnahuatl, pero su hogar artístico será en cualquier parte del mundo donde pueda danzar para hacer surgir el alma y el espíritu.

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