I
La atención mundial se concentró en la hermosa Barcelona, después de la embestida de terroristas islámicos que dejaron más de una decena de muertos y un centenar de heridos.
Sin embargo, tales atrocidades se han vuelto una rutina en el Triángulo Norte de Centroamérica, aunque quizás no de manera “espectacular” para transmitirse en horarios estelares.
Toda matanza es condenable. Ninguna ideología, credo político o religioso, ni el derecho a alienarse en búsqueda de la “felicidad” química que deja millones de dólares a los cárteles y almas desdichadas, la justifica.
Lo que sufre España le duele al mundo, pero lo vive también, y a gran escala, Guatemala, El Salvador y Honduras. La barbarie –armada de una furgoneta, un puñal, una faja de explosivos o de arsenales de guerra– para intimidar, matar a los pobladores y reducir a un barrio, a una ciudad y hasta un Estado, es terrorismo.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española indica que Terrorismo es “Dominación por el terror. / Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”.
De ahí que lo acontecido en la península ibérica o lo que padecen las tres naciones centroamericanas son hechos punibles, aunque los perpetrados en la emblemática Rambla acaparen la atención universal, y los atentados en nuestra región, con todos y sus víctimas, solo alcancen en un comprimido de porcentajes anónimos.
Para unas almas hubo velas, flores, vigilias, declaraciones de duelo global; para las otras vidas cegadas por la irracionalidad del crimen organizado, una de las expresiones más brutales del terrorismo, pasa como noticia de relleno en las páginas interiores. El mundo está muy ocupado para detenerse a leer remotas frías estadísticas.
Pero el Triángulo Norte, quiérase o no, es martirizado por la bestialidad del terrorismo, incluso antes que los fundamentalistas islámicos hicieran de sus pasiones religiosas, una “moda” sangrienta en Europa.
El expresidente de Ecuador, Rodrigo Borja, en su Enciclopedia de la Política, precisa que “En todos los tipos de terrorismo la violencia tiene una función muy clara: paralizar, disuadir o escarmentar a la gente. El terrorismo es no solamente un acto político sino también psicológico, puesto que uno de sus propósitos es intimidar con públicas y espectaculares acciones de crueldad ejemplarizadoras. Este es un elemento psicológico muy importante del imperio del terror”.
Las naciones más poderosas y sus líderes repudian las masacres de ISIS. Y está muy bien, pero, ¿hasta dónde las expresiones de luto se armarán de sinceridad efectiva para evitar que el terrorismo continúe expandiéndose en todos los continentes?
II
El Triángulo Norte es considerado una de las áreas más peligrosas del globo terráqueo. Nicaragua desempeña un loable rol por proteger tanto a los mismos Estados Unidos de América como a Costa Rica, fortificando, con sus escasos recursos, un Muro de Contención contra las acciones terroristas de las organizaciones que arruinan el septentrión centroamericano.
Los cárteles de México y Sudamérica, aliados de las maras, son enemigos poderosos que cuentan con mejores y mayores medios que el mismo Estado de Nicaragua. Es una red transnacional despiadada que prácticamente ha elevado la muerte violenta como su inconfundible monograma de sangre.
“Prensa Libre”, de Guatemala, indicó que “La maras han cometido el 56.7% de las masacres registradas en El Salvador entre el 2014 y octubre del 2016, mientras el resto está ligado a grupos de exterminio, sicariato y narcotráfico”.
De acuerdo a los informes de las policías de los países donde operan los grupos violentos, en 2016 se produjeron 5 mil 280 crímenes en El Salvador; 5 mil 150 en Honduras y 4 mil 520 en Guatemala.
Nicaragua, donde no están radicadas estas huestes infernales, contabilizó 453 homicidios. Mientras, al sur, Costa Rica, reportó 578.
Los datos dados a conocer por el Comisionado Francisco Díaz ofrecen un despejado panorama de la realidad nicaragüense, en contraste con los nublados del vecindario. Además, es una de las repúblicas con alto índice de seguridad ciudadana en Latinoamérica.
La Fiscal General de Nicaragua, Ana Julia Guido, tras presentar el Informe de Gestión 2017, aseguró:
"Aquí no hay maras, cárteles, y hemos golpeado fuertemente al crimen organizado y al sicariato (…) aquí no hay los famosos territorios que ellos controlan, definitivamente no existen, porque nosotros las veces que los hemos golpeado les hemos golpeado las finanzas. Nosotros les hemos decomisado todos sus bienes. Ese es uno de los principales problemas que tienen otros países (donde) no tienen la capacidad de que a ellos (los criminales) les decomisen sus bienes, entonces ellos están presos pero desde la cárcel siguen mandando todo”.
III
Estas bandas son tan temibles que, en 2015, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de El Salvador catalogó a todas las maras como “organizaciones terroristas”.
Si el grupo de congresistas liderados por doña Ileana Ros-Lehtinen logra aprobar la Nica Act, y con ello bloquearle a Nicaragua el acceso a los vitales fondos de organismos financieros multilaterales –con la nefasta secuela de afectar la inversión extranjera que empuja el desarrollo–, será una magnífica noticia para los capos y las maras.
En vez de ser recompensado por mantener a raya al crimen organizado, al país se le castigará, debilitándolo seriamente en su capacidad de respuesta frente a la grave amenaza del terrorismo que las potencias dicen combatir.
La política exterior de Estados Unidos sería, además, transgredida, porque expone a Nicaragua al salvajismo de estas hordas malditas. El Capitolio debe recordar que en 2014, el propio Departamento de Estado incluyó en la lista de organizaciones terroristas del planeta a la Mara Salvatrucha, conocida también como MS-13.
Entonces, en términos de resultados fatales, se darán la mano el fundamentalismo de ultraderecha y los extremistas que asolan a una región ubicada apenas a 3 mil 319 kilómetros de Estados Unidos.
Para que se den una idea, El Salvador cerró 2016 con una tasa de 81.2 homicidios por cada 100 mil habitantes; Guatemala, 59.1 homicidios; Honduras, 27.3. Costa Rica, 12.
Mientras, en Nicaragua se contabilizaron 7 muertes por cada 100 mil habitantes. Las diferencias están a la vista. ¿Por qué permitir que el odio faraónico al Sandinismo de unos cuatro cubano-americanos desestabilice la paz y la economía de una República?
Ya no hablaríamos de un Triángulo sino del violentísimo Rectángulo Norte, al socavar a la nación que garantiza la estabilidad ístmica: un premio a la vorágine mortífera del terrorismo planetario y una derrota de la humanidad en esta parte de la Tierra. Sí, porque entre ISIS, los narcos y las Maras, las diferencias solo son de forma; el contenido de desgracias es el mismo: sacrificar vidas humanas a Moloc.
La Nica Act no será una magna obra geométrica de la que alguien pueda sentirse orgulloso en la pirámide del poder en Washington.