Una muralla de roca y vegetación, que se alza coronada por la neblina a lo alto entre la frontera de los municipios norteños de Jinotega y Matagalpa. Ese es el Macizo de Peñas Blancas, una zona poco explorada pero con un potencial eco-turístico enorme.
En la formación rocosa que distingue imponente entre la vegetación, hay un sinnúmero de cascadas, agua que se difumina en el aire mientras realiza su caída libre, provocando una brisa que acentúa el aire fresco y puro del lugar.
Es definitivamente una aventura imperdible para los aventureros y una oferta que se abre paso para nacionales y extranjeros.
El viaje no solamente implica apreciar la naturaleza, sino vivirla y ser parte de ella en diversos senderos que exigen más o menos esfuerzo dependiendo del estado físico de las personas. Es como si la naturaleza asignara distintos niveles de dificultad para que los que se animen a conocer de ella lo hagan por partes.
Por la ruta de Cascada Arcoiris, muy popular por la dificultad media de sus tres horas a pie, los estadounidenses José Morcillo y Keyla Ross comentan haber alcanzado el objetivo de su visita al país. En el macizo encontraron un lugar bonito, que no se imaginaban encontrar, lleno de aire fresco y gente amable.
“Hay bastantes ríos que salen aquí. Es un lugar de la naturaleza que parece ser un milagro. Estamos encantados de estar aquí”, asegura entre risas José.
Para la pareja es su segunda vez en Nicaragua. Hace cinco años visitaron el país, pero su aventura se desarrolló en la zona costera, una maravilla según cuenta, pero que no se imaginó que la otra cara del país le regalara tanta belleza, en un ecosistema diametralmente opuesto.
En medio de éste paraíso de selva húmeda con altura de 1,200 metros sobre el nivel del mal, entre plantas medicinales, cuevas, cascadas, pozas rocas, animales y aves, se encuentra en funcionamiento el Centro de Entendimiento con la Naturaleza (CEN).
Es una organización que se dedica a la promoción del turismo educativo, orientada a enseñar a los visitantes como convivir entre el bienestar y las bellezas naturales propias del lugar, así como dar información relevante sobre el país y su medio ambiente.
“¿Cuánta áreas en Nicaragua tienen más de mil metros de altura? Muy pocas en realidad, ¿En cuántos lugares tenemos tres estaciones del año bien marcadas? ¿En qué lugar el bosque hace otoño, pierde las hojas, se va cambiando las hojas a un color amarillo, anaranjado y después en la época de mayor frío bota las hojas como en el hemisferio norte y después en la primavera, del 21 de marzo en adelante, retoñan todos esos árboles y el bosque va cambiando de color? En esa zona de más de 1000 metros de altura, la neblí-selva. Eso es lo que ofrecemos”, explica uno de los responsables del CEN.
El catálogo amplio de especies vegetales y animales (entre las que cuentan variedades exóticas y poco vistas en el pacífico, como tucanes, quetzales, pumas y hasta ocelotes) se debe a que precisamente, el macizo se sitúa en el inicio sur de Bosawás, la reserva de biosfera más grande del país.
En el lugar hay capacidad para albergar a un estimado de 200 personas, 30 en las casas construidas con el bambú sembrado en el mismo sitio hace 16 años y el resto entre espacios destinados para acampar y en albergues proporcionados por las familias locales.
Además, se puede degustar del cacao de la zona, con reconocimiento internacional y las opciones de panadería resultan de gran demanda, principalmente en semana santa, sobre todo cuando se incluye la miel y la mantequilla.
En promedio, el costo por persona en el que se puede incurrir es bastante bajo, dependiendo de las comodidades a las que se aspiren. Se estima que los costos pueden rondar entre los US$25 dólares los US$65 dólares por persona, incluyendo tanto hospedaje como alimentación y el costo de los tours.