Obama asumió el desafío después de su mala actuación en el primer debate celebrado en Denver, Colorado, y retrató ayer a su rival republicano como "asaltante corporativo" que estaría a favor de los ricos, sobre los intereses de la clase media.

Ambos candidatos rompieron repetidamente las reglas pactadas por sus respectivos equipos de campaña, girando constantemente el uno al otro para hacer acusaciones de mentir sobre sus propias políticas y registros.

En el debate, moderado por la periodista de CNN Candy Crowley y que tuvo como escenario la Universidad de Hofstra en Hempstead, a unos 40 kilómetros al este de Nueva York, el mandatario demócrata presionó a Romney, con temas que no fueron abordados en el primer encuentro hace dos semanas.

Esta vez se discutió sobre la cuestión de la accesibilidad de la anticoncepción, la salud, y por primera vez se abordó el tema de la inmigración, en el que Obama aprovechó para vincular a Romney con la controvertida ley de inmigración en Arizona (SB 1070), conocida como ley del Odio.

Según un despacho del diario The New York Times, la audiencia presente en el debate fue seleccionada a partir de una muestra aleatoria de todos los residentes que viven en el Condado de Nassau, Nueva York.

Los votantes elegidos dijeron que no tenían preferencia entre Obama y Romney o estaban abiertos a cambiar de opinión antes de las elecciones.

Demócratas y republicanos ya están transitando los últimos 20 días de la carrera por la presidencia y concentrarán todas sus fuerzas en Florida, Ohio y Virginia, estados que representan 60 de los 270 votos electorales necesarios para ganar la Casa Blanca.

El gobernante, quien busca la reelección el próximo 6 de noviembre, se mantiene en la punta en Iowa y Ohio, y visitará este jueves a Nueva Hampshire.

Por su parte, Romney continuará su campaña en Virginia. Ambos se preparan para celebrar su debate final la noche del lunes, en la Universidad de Lynn, en Boca Raton, Florida.

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