A falta de movilizaciones populares que validen su discurso, la derecha en sus dos presentaciones, contra el Consejo Supremo Electoral y el Canal Interoceánico, se parapeta en la “protesta número tanto” y “la marcha número tal”, obviando la calidad y representatividad de estas actividades de consumo mediático.
Es que sus partidarios pueden llegar cerca del CSE o hacer su labor política adversa al megaproyecto, mil, tres mil veces con su amplia soledad, y tienen derecho, pero eso no los faculta a hablar en nombre de la sociedad que los desautorizó en las urnas y se los recuerda explícita y periódicamente en las encuestas.
Pretenden agarrar la fuerza que no tienen recurriendo a la manipulación y la tergiversación con el tema del Gran Canal.
Por falta de convocatoria, utilizan el miedo como su principal arma, porque solo así pueden llevar a sus demostraciones alguna gente atemorizada por la malintencionada especulación de que les “arrebatarán sus tierras” y “quedarán sin nada”.
Esa insidiosa campaña es apuntalada por aquellos que han degradado su “movimiento ambientalista” en oenegés correligionarias.
El interés de fondo, más allá del Canal, es pasar por encima de los principios básicos de la Democracia, sin contar con la anuencia de las mayorías, según confesaron sus operadores: quieren “cambiar el sistema político” de Nicaragua.
A pesar de las falacias de la derecha conservadora, cada vez que se dan a conocer los informes de las encuestas, el apoyo del pueblo de Nicaragua al Canal es contundente.
M&R Consultores divulgó que el 77.6% lo aprueba, mientras el 74.3% quiere la ruta que acercará más al mundo para que haya mejores oportunidades de trabajo.
Empero, la derecha que se cree la dueña de la verdad absoluta, así como niega las reiteradas evidencias de respaldo masivo al sueño de Sandino, también proclama “su victoria” en las elecciones pasadas.
Las “marchas”
Además, es notorio que procuran confundir a la comunidad internacional al proyectar la falsa imagen de un país inestable, agitado políticamente y violento.
Tomemos una de las tantas “marchas” que las cuentan al estilo Pérez Prado y sus mambos, para sonarlas mediáticamente con los timbales de sus analistas “neutrales”, como el jurista que recicla el embuste: “en Nicaragua están inconformes con las políticas y acciones del Gobierno, con protestas y marchas”.
La “número 50” revela cómo se construye el fraude de las famosas “protestas de Nicaragua” con el objetivo de fabricar un clima de “nación convulsionada”, donde “el gobierno no oye al pueblo”.
Bluefields es estratégico para los planes de los operadores políticos. Lo presentan como un lugar emblemático de la resistencia contra la obra, pues ahí será la salida al Caribe, vía Punta Gorda.
El partido impreso quiso impresionar, para “crear ambiente”. Una semana antes titularon: “Bluefields marchará contra el Canal Interoceánico”.
Primer gran engaño: poner a la ciudad entera que va a “marchar”.
Segundo engaño. Subtitulan para “estremecer” al planeta: “BAJARÁN DE LAS MONTAÑAS”. Los políticos analistas corean: “En el país se vienen incrementando las protestas”.
Al final, tanta es la mentira que la incoherencia se les vuelve incontrolable: “A Bluefields se prevé arriben centenares de campesinos mestizos del interior de la ciudad para participar junto a indígenas y afrodescendientes en la marcha contra el Canal Interoceánico”.
El día del “acto”, a pesar de que la vasta ciudadanía no se opone al Canal, el mismo medio no tuvo ninguna misericordia con los lectores para hacer suya la propaganda: “‘Bluefields no está en venta”, se leía en una manta que encabezó la marcha número 50’’’.
El corresponsal debió admitir, casi al final de la “noticia”, que “Esa marcha, que aglutinó a por lo menos cien personas, salió del Obelisco, en el barrio…”.
Ahí estaban las “montañas” de campesinos, indígenas, mestizos, afrodescendientes, “marchando”, igualitas a las “montañas de votos” del excandidato Fabio Gadea que todavía reclama “su” presidencia 2011.
Ayudemos al Partido Anti Canal. Ajustémosle las 100 personas. Colaboremos más. Ocupemos el Censo Nacional de 1971. Bluefields contaba con 25 mil 953 habitantes (“Geografía de Nicaragua”, Jaime Íncer Barquero, 1972).
¿Qué porcentaje significa 100 anti canaleros? El microscópico 0.38% en relación a la población de hace 44 años.
¿Desde cuándo la derecha cambió las reglas del juego de la Democracia, para dictar que menos del 0.50% representa Bluefields y el “sentir” de Nicaragua?
Ahora, descontémosle una década de población y tomemos de base el Censo Nacional 2005. Bluefields contaba con 45 mil 547 habitantes. Bien, ¿la autoridad y legitimidad de la sociedad caribeña de esa urbe la ejercen 100 personas, según el partido Anti Canal?
Esta es la realidad, por insoportable que parezca para los que están decididos a que se aborte el Interoceánico: el 0.22% de Bluefields rechaza el Canal, y eso al disponer del dato de hace 10 años. Es triste. Por Dios que sí.
Por eso la fracción del Partido Liberal Independiente prefiere cantar “la marcha número tal”, para evitar el penoso detalle de reconocer que el pueblo no baila al son que le toquen.
El solista Eduardo Montealegre, al frente de la árida “protesta número 17” contra el tribunal electoral, ofreció esta memorable pieza: “Aquí no se trata de multitudes, se trata de consistencia”.
¡Puro mambo!