El papa Francisco compartió este domingo una misa en la basílica de San Pedro con todos los participantes del Sínodo de la familia e hizo un llamamiento a la Iglesia para juzgar menos y estar más abierta a quienes se apartan de sus enseñanzas.

Los 270 padres sinodales que participaron en el encuentro celebrado entre el 4 y el 25 de octubre debatieron temas difíciles relacionados con el matrimonio y la familia en la Iglesia católica. El documento final promueve una mayor apertura pero sólo de forma cautelosa y apenas menciona el tema de la relación con los homosexuales, lo que decepcionó a los más reformistas, señaló DPA.

"Ha sido arduo, pero ha sido un verdadero don de Dios, que seguramente traerá muchos frutos", señaló Francisco en su mensaje del Ángelus después de la misa.

En la homilía de este servicio, el Papa no mencionó de manera directa las formas de vida no consideradas ortodoxas por la Iglesia católica, pero hizo nuevamente un llamado a la apertura con su interpretación de las lecturas del Evangelio.

"Esta es la tentación: una 'espiritualidad del espejismo'", señaló respecto de los pastores de la Iglesia. "Podemos caminar a través de los desiertos de la humanidad sin ver lo que realmente hay, sino lo que a nosotros nos gustaría ver; somos capaces de construir visiones del mundo, pero no aceptamos lo que el Señor pone delante de nuestros ojos".

"Una fe que no sabe radicarse en la vida de la gente permanece árida y, en lugar oasis, crea otros desiertos", alertó.

El papa argentino Jorge Mario Bergoglio destacó que la fe no es un ejercicio mecánico, ligado a reglas y esquemas, lo que llamó la "fe de mapa". "Sabemos dónde ir y cuánto tiempo se tarda; todos deben respetar nuestro ritmo y cualquier inconveniente nos molesta".

El Sínodo, que tuvo una primera parte en octubre de 2014, puso en evidencia graves grietas entre los reformadores y los conservadores en la Iglesia y se vio opacado por rumores e intrigas, entre ellas una información falsa sobre un supuesto tumor cerebral de Francisco.

El documento final, aprobado el sábado con una mayoría de dos tercios de los participantes, deja muchas cuestiones sin resolver. Por ejemplo, defiende una mayor apertura hacia los divorciados vueltos a casar, pero no aborda de manera directa la cuestión de si pueden o no comulgar.

Por su parte, el tema del trato a los homosexuales apenas se aborda de forma muy breve. El documento subraya que estas personas deben ser respetadas y aceptadas, pero al mismo tiempo descarta de forma categórica una equiparación de las uniones de parejas del mismo sexo con el matrimonio entre un hombre y una mujer.

Los sínodos no tienen poder para tomar decisiones, sino sólo de servir como consejeros al Papa. El texto final fue entregado a Francisco, que se estima lo analizará y dará a conocer en un futuro sus conclusiones.

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