El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, emocionó este viernes a los asistentes al funeral del pastor y senador estatal Clementa Pinckney al liderar un cántico religioso.

Obama concluyó su elegía a Pinckney, fallecido en una matanza la semana pasada en una iglesia de la comunidad negra en Charleston (Carolina del Sur), entonando el himno cristiano "Amazing Grace" y los asistentes se pusieron en pie y le acompañaron cantando.

En su intervención, Obama también hizo un llamamiento a que Estados Unidos se enfrente a la violencia armada y al racismo.

La Compañera Rosario Murillo, Coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, calificó de “elocuentes, profundas, y sentidas” las palabras del Presidente Obama, en el homenaje al Reverendo Clementa Pinckney.

“Es una lectura imprescindible, de Corazón palpitante, más allá de las diferencias Ideológicas o Políticas. El Presidente Obama habló desde su propia experiencia de Vida, como Hombre Negro, y como Miembro de esa Iglesia Negra, “construida por Negros, buscando la Libertad”…”, afirmó la Compañera en una carta acompañando la traducción al español de la elegía de Obama.

A continuación, las palabras del Presidente Barack Obama en Homenaje al Reverendo Clementa Pinckney. 26 de Junio 2015:

Dando Alabanzas y Honor a Dios.

La Biblia nos llama a la Esperanza. A perseverar, y tener Fé en las cosas que no se ven.

“Ellos aún vivían por la Fé cuando murieron”, nos dicen las Escrituras. “Ellos no recibieron las cosas prometidas; sólo las vieron y dieron la bienvenida desde la distancia, admitiendo que eran extranjeros y peregrinos sobre la Tierra”.

Estamos aquí hoy para recordar a un Hombre de Dios, que vivió por la Fé. Un Hombre que creyó en cosas que no se ven. Un Hombre que creía que las mejores cosas estaban en la distancia, por venir.

Un Hombre de Servicio que ha perseverado, sabiendo muy bien que no recibiría todas las cosas que le fueron prometidas, porque consideraba que sus esfuerzos brindarían una Vida Mejor para los que vendrían después.

Para Jennifer, su amada esposa, Eliana y Malana, sus hermosas y maravillosas hijas; a la Familia de Madre Emanuel y al Pueblo de Charleston, el Pueblo de Carolina del Sur.

No puedo decir que tuve la buena fortuna de haber conocido bien al Reverendo Pinckney. Pero sí tuve el placer de haberlo conocido y haberme encontrado con él aquí, en Carolina del Sur, en los tiempos en que ambos estábamos un poco más jóvenes. Cuando yo no tenía visibles las canas.

La primera cosa que noté fue su amabilidad, su sonrisa, su barítono tranquilizante, su engañoso sentido del humor -todas las cualidades que le ayudaron a llevar tan fácilmente la pesada carga de expectativas.

Amigos suyos señalaron esta semana que cuando Clementa Pinckney entraba a una habitación, era como si el Futuro había llegado; que incluso desde una edad temprana, la gente sabía que era especial.

Ungido. Fue la progenie de una larga línea de fieles -una Familia de Predicadores que difundieron la Palabra de Dios, una Familia de manifestantes, que sembraron los cambios para ampliar el Derecho al Voto y eliminar la segregación en el Sur. Clem escuchó sus instrucciones y no abandonó sus Enseñanzas.

Estaba en el púlpito a los 13, Pastor a los 18, Funcionario Público a los 23. No mostró la arrogancia de la Juventud, ni las inseguridades de los Jóvenes; en su lugar, dio ejemplo digno de su posición, Sabio más allá de sus años, en su Discurso, en su Conducta, en su Amor, Fé y Pureza.

Como Senador, representó a una extensa franja de la Lowcountry, un lugar que había sido durante mucho tiempo uno de los más abandonados de los Estados Unidos. Un lugar aún azotado por la Pobreza y Escuelas inadecuadas; un lugar donde los niños todavía pasan hambre, y los enfermos sin tratamiento. Un lugar que necesitaba a alguien como Clem.

Su posición en el Partido de Minoría, significaba que las probabilidades de ganar más recursos para sus constituyentes eran frecuentemente difíciles. Sus llamados a una mayor Equidad, muy a menudo eran ignorados, los votos que emitía eran algunas veces solitarios. Pero nunca se rindió. Permaneció fiel a sus convicciones. No se desanimaba. Después de un día entero en el Capitolio, subía a su carro y se dirigía a la Iglesia para tomar sustento de su Familia, de su Ministerio, de la Comunidad que lo amaba y necesitaba. Ahí él fortalecía su Fé, e imaginaba lo que podía ser.

El Reverendo Pinckney encarnaba una Política que no era ni mezquina, ni baja. Se llevaba callada y amablemente, y con diligencia. Alentaba el Progreso no empujando sus Ideas solamente, sino buscando las Ideas de los otros, asociándose para hacer que las cosas sucedieran. Estaba lleno de empatía y simpatía, capaz de caminar en los zapatos de la otra persona y ver a través de sus ojos. No es de extrañar que uno de sus Colegas en el Senado recordara al Senador Pinckney como “el más gentil de los 46 de nosotros, el mejor de los 46 de nosotros”.

Frecuentemente a Clem se le preguntaba por qué decidió ser Pastor y Funcionario Público. La persona que preguntaba, probablemente no conocía la historia de la Iglesia AME (Iglesia Africana Metodista Episcopal). Como saben nuestros Hermanos y Hermanas de la Iglesia AME, nosotros no hacemos esas distinciones. “Nuestra Vocación”, Clem dijo una vez, “no es sólo dentro de las paredes de la Congregación, sino en la Vida y en la Comunidad donde reside nuestra Congregación”.

Él encarnaba la Idea de que nuestra Fé Cristiana exige hechos y no sólo palabras, que la “dulce hora de Oración” en realidad dura toda la semana, que poner nuestra Fé en acción es más que la Salvación Individual, se trata de nuestra Salvación Colectiva; que, alimentar a los hambrientos y vestir al desnudo, y alojar a las personas sin hogar, no es simplemente un llamamiento a la Caridad aislada, sino el imperativo de una Sociedad Justa.

¡Qué hombre tan bueno! A veces pienso que eso es lo mejor que se puede esperar cuando eres recordado, después de leídas todas las palabras, recitaciones y resúmenes, sólo decir que alguien ha sido Buen Hombre.

No necesitas ser de la más Alta Jerarquía para ser un Buen Hombre. Predicador a los 13. Pastor a los 18 años. Funcionario Público a los 23... ¡Qué Vida vivió Clementa Pinckney! ¡Qué ejemplo dio! ¡Qué Modelo para su Fé! Y, entonces perderlo a los 41 -muerto en su Santuario con ocho maravillosos Miembros de su rebaño, cada uno en las distintas Etapas en la Vida, pero con un compromiso común con Dios.

Cynthia Hurd. Susie Jackson. Ethel Lance. DePayne Middleton-Doctor. Tywanza Sanders. Daniel L. Simmons. Sharonda Coleman-Singleton. Mayra Thompson... Gente Buena. Personas decentes. Personas temerosas de Dios. Personas tan llenas de Vida y tan llenas de Bondad. Las personas que corrieron la carrera, que han perseverado. Personas de Gran Fé.

A las Familias de los caídos, el País comparte su dolor. Nuestro dolor es mucho más profundo porque ocurrió en una Iglesia. La Iglesia es, y ha sido siempre, el Centro de la Vida de la Población Afro-Americana; un lugar que podíamos llamar nuestro, en un Mundo frecuentemente muy hostil. Un Santuario de tantas penurias.

En el transcurso de los Siglos, las Iglesias negras sirvieron de puertos silenciosos (“hush harbours”) donde los esclavos podían practicar su Culto en condiciones de seguridad; Casas de Alabanza donde sus descendientes libres podían reunirse y gritar: ¡Aleluya! Paradas de descanso para los cansados por el Ferrocarril Subterráneo; refugios para los Soldados de a pie del Movimiento por los Derechos Civiles.

Han sido, y siguen siendo, los Centros Comunitarios donde nos organizamos para buscar Empleo y Justicia; lugares para la Beca y las Conexiones; lugares en los que los Niños son amados, alimentados, y mantenidos fuera de peligro, y se les dice que son bellos e inteligentes, y se les enseña que son importantes. Eso es lo que sucede en la Iglesia.

Eso es lo que significa la Iglesia negra. Nuestro Corazón latiente. El lugar donde nuestra Dignidad como Pueblo es inviolable. No hay mejor ejemplo de esta Tradición, que Madre Emanuel... Una Iglesia construida por negros buscando la Libertad, reducida a cenizas porque su Fundador trató de poner fin a la esclavitud, sólo para levantarse, como un Fénix de estas cenizas.

Cuando había Leyes que prohibían las Reuniones de Iglesias negras, los Servicios se daban aquí, de todos modos, en desafío de las injustas Leyes. Cuando hubo un Movimiento Justo para desmantelar Jim Crow (las Leyes), el Doctor Martin Luther King Jr. predicó desde su púlpito, y las marchas comenzaron en sus escalinatas.

Un lugar sagrado, esta Iglesia. No sólo para los negros, no sólo para Cristianos, sino para todos los estadounidenses que se preocupan por la constante expansión de los Derechos Humanos y la Dignidad Humana en este País; la Piedra Angular de la Libertad y Justicia para todos. Eso es lo que significaba la Iglesia.

No sabemos si el asesino del Reverendo Pinckney y otros ocho, sabía toda esta historia. Pero seguramente intuyó el sentido de su acto violento. Se trata de un acto que se basó en una larga historia de bombas, incendios y disparos a las Iglesias, no al azar, sino como un medio de control, una forma de aterrorizar y oprimir. Un acto que él imaginó incitaría temor y recriminación; violencia y sospecha. Un acto que él pensaba profundizaría las divisiones que se remontan hasta el Pecado Original de nuestra Nación.

¡Oh, pero Dios trabaja de maneras misteriosas! Dios tiene Ideas diferentes.

Él no sabía que estaba siendo usado por Dios. Cegado por el odio, el presunto asesino no podía ver la Gracia que rodeaba al Reverendo Pinckney y el Grupo de Estudio de la Biblia -la Luz de Amor que brillaba cuando abrieron las puertas de la Iglesia e invitaron a un extraño a unirse a su círculo de oración. El presunto asesino nunca pudo haber previsto la forma que las Familias de los caídos responderían cuando lo vieron en la Corte, en medio de indecibles sufrimientos, con palabras de perdón. Él no podía imaginar eso.

El presunto asesino no podía imaginar cómo la Ciudad de Charleston, bajo la buena y sabia dirección del Alcalde Riley; la forma en que el Estado de Carolina del Sur, cómo los Estados Unidos de América responderían, no sólo con repulsión por su acto de maldad, pero con Gran Corazón y Generosidad, lo que es más importante, con una cuidadosa introspección y autoexamen que tan raramente se ven en la Vida Pública.

Cegado por el odio, falló en comprender lo que el Reverendo Pinckney tan bien había entendido, el poder de la Gracia de Dios.

Toda esta semana, he estado reflexionando sobre esta Idea de la Gracia... La Gracia de las Familias que perdieron a sus Seres Queridos. La Gracia de la que el Reverendo Pinckney predicaba en sus Sermones. La Gracia descrita en uno de mis Himnos favoritos, la que todos sabemos: (Amazing Grace) Sublime Gracia... “Qué dulce el Sonido que salva a una persona malvada como yo. Estuve perdido, pero ahora me encontré. Estuve ciego, y ahora veo”.

Según la Tradición Cristiana, la Gracia no es ganada. La Gracia no es merecida. No es algo que merecemos. Más bien, la Gracia es el Libre y Benévolo Favor de Dios. Tal como se manifiesta en la Salvación de los pecadores, y el otorgamiento de las Bendiciones... Gracia.

De esta terrible tragedia Dios ha vertido Gracia sobre nosotros como Nación, ya que nos ha permitido ver donde hemos estado ciegos. Nos ha dado la oportunidad, donde hemos estado perdidos; a encontrar lo mejor de nosotros. Tal vez no la hemos ganado, esta Gracia, con nuestros rencores y complacencia, y la miopía y el miedo a los demás. Pero la obtuvimos, de todas maneras. Nos la entregó de todos modos. Una vez más Él nos ha dado Gracia. Pero depende de nosotros ahora aprovecharla al máximo, recibirla con gratitud y probar que somos Dignos de este Regalo.

Durante demasiado tiempo hemos estado cegados al dolor que la Bandera Confederada provocaba en muchos de nuestros Ciudadanos. Es verdad, una Bandera no causó estos asesinatos. Pero como reconocen ahora personas de todos los ámbitos de la Vida, Republicanos y Demócratas, incluido el Gobernador Haley, cuya reciente elocuencia en el tema es Digno de Alabanza ya que todos tenemos que reconocer, la Bandera siempre ha representado más que Orgullo Ancestral. Para muchos, negros y blancos, esa Bandera era un Recordatorio de Opresión Sistémica y Dominación Racial. Vemos eso ahora.

Quitar la Bandera de este Capitolio del Estado no era un acto de corrección política; no era un insulto a la valentía de los Soldados Confederados. Sería simplemente un Reconocimiento de que la Causa por la cual lucharon: la Causa de la Esclavitud, era equivocada; la imposición de (las Leyes) Jim Crow después de la Guerra Civil, la resistencia a que todas las personas tuvieran Derechos Civiles, era equivocada.

Sería un paso en una honesta cuenta de la Historia de los Estados Unidos; un modesto pero significativo bálsamo para tantas heridas aún abiertas. Sería una expresión de los asombrosos cambios que han transformado este Estado, y este País, para Bien, por el trabajo de tantas personas de Buena Voluntad, personas de todas las Razas tratando de formar una Unión más perfecta. Al arriar esa Bandera expresamos la Gracia de Dios.

Pero no creo que Dios quiera que paremos allí. Durante demasiado tiempo, hemos estado ciegos a la forma en que las injusticias del Pasado siguen dando forma al Presente. Talvez vemos eso ahora. Talvez esta tragedia nos hace formular algunas preguntas difíciles acerca de cómo podemos permitir que muchos de nuestros niños sigan languideciendo en la Pobreza, o asistir a Escuelas deterioradas, o crecer sin perspectivas de un Trabajo o una Carrera.

Talvez nos hace examinar lo que estamos haciendo para causar que algunos de nuestros hijos tengan odio. Talvez suaviza los corazones hacia aquellos hombres jóvenes, decenas de miles, atrapados en el Sistema de Justicia criminal, y nos lleva a asegurarnos que ese Sistema no está infectado con la parcialidad; que adoptemos cambios en la forma en que capacitamos y equipamos a nuestra Policía, para que los lazos de confianza entre las Fuerzas de la Ley y las Comunidades a las que sirven, nos permita a todos estar más seguros y protegidos.

Talvez ahora podemos darnos cuenta de la manera cómo el prejuicio racial puede infectarnos, aun cuando no nos demos cuenta de ello, para que estemos cautos no solamente en contra de los insultos raciales; pero también estemos cautos contra el impulso sutil de volver a llamar a Johnny en lugar de Jamal para la entrevista de trabajo.

Para que podamos buscar en nuestros corazones, cuando creemos que hay Leyes que hacen más difícil que algunos de nuestros Conciudadanos puedan votar. A reconocer nuestra Humanidad común, tratando a cada niño con la misma importancia, sin importar el color de su piel, o la estación en la que nacieron, y hacer lo que sea necesario para hacer que la oportunidad sea real para cada Americano. Al hacer esto expresamos la Gracia de Dios.

Durante demasiado tiempo hemos sido ciegos al caos que la violencia armada inflige a esta Nación. Esporádicamente, nuestros ojos se abren: Cuando ocho de nuestros Hermanos y Hermanas son cercenados en un sótano de la Iglesia, 12 en una Sala de Cine, 26 en una Escuela Primaria. Pero espero que también veamos las 30 preciosas Vidas truncadas cada día por la violencia de las armas en este País; los innumerables, cuyas Vidas son cambiadas para siempre: los sobrevivientes mutilados; los niños traumatizados, y temerosos cada día de caminar a la Escuela; el marido, que nunca sentirá el toque cálido de su esposa; Comunidades enteras cuyo dolor se desborda cada vez que tienen que ver lo que les ha sucedido, sucede en otro lugar.

La gran mayoría de estadounidenses, la mayoría de los propietarios de armas, quieren hacer algo al respecto. Vemos eso ahora. Y estoy convencido de que al reconocer el dolor y la pérdida de otros, aun respetando las Tradiciones y Formas de Vida que constituyen este Amado País, haciendo la elección Moral hacia el Cambio, expresamos la Gracia de Dios.

No ganamos Gracia. Todos somos pecadores. No la merecemos. Pero Dios nos la da de todos modos. Y elegimos la manera en la que deseamos recibirla. Es nuestra decisión cómo honrarlo.
Ninguno de nosotros puede o debería esperar que una transformación en las relaciones entre las Razas se produzca de la noche a la mañana. Cada vez que algo así sucede, alguien dice que tenemos que tener una conversación sobre Raza. Hablamos mucho sobre Raza. No hay ningún atajo. Y no necesitamos más palabras.

Ninguno de nosotros debería creer que un puñado de Medidas de Seguridad sobre el manejo de armas podrá prevenir todas las tragedias. No lo hará. Personas de Buena Voluntad continuarán en el Debate sobre los méritos de diversas Políticas, como lo requiere nuestra Democracia, este es un lugar grande y ruidoso. Estados Unidos lo es. Y hay gente buena en ambos lados de este Debate. Sea cual sea la solución que encontremos, necesariamente estará incompleta.

Pero sería una Traición a todo lo que el Reverendo Pinckney defendía, creo, si nos dejamos caer de nuevo en un cómodo silencio. Una vez que los Homenajes se han hecho, una vez que las cámaras de televisión vuelven a sus actividades habituales, lo que a menudo hacemos es volver a la normalidad, para evitar las incómodas verdades acerca del perjuicio que todavía infecta nuestra Sociedad. Conformarnos con gestos simbólicos sin dar seguimiento, con el trabajo duro de cambios más duraderos, es como se pierde el Camino de nuevo.

Sería una refutación del Perdón expresado por las Familias, si simplemente nos deslizamos en los viejos hábitos, por medio de los cuales los que están en desacuerdo con nosotros no sólo están equivocados pero son malos; cuando gritamos en lugar de escuchar, cuando nos ponemos detrás de barricadas de Ideas preconcebidas, o cinismos bien practicados.

El Reverendo Pinckney dijo una vez: “A través del Sur, tenemos un profundo reconocimiento de la Historia -no siempre hemos tenido un profundo aprecio de Historia de cada uno de nosotros.” Lo que es cierto para el Sur, es válido para los Estados Unidos. Clem entendió que la Justicia nace del Reconocimiento de nosotros mismos en los otros. Que mi Libertad depende de que Usted sea Libre también.

Que la Historia no puede ser una espada para justificar injusticias, o un escudo contra el Progreso, sino que debe ser un Manual para evitar repetir los errores del Pasado -cómo romper el ciclo. Un Camino hacia un Mundo Mejor. Él sabía que la Senda de la Gracia implica una Mente Abierta, pero lo que es más importante, un Corazón Abierto.

Eso es lo que he sentido esta semana, un Corazón Abierto. Que, más que ninguna Política o Análisis en particular, es lo que está llamado a hacerse ahora mismo, lo que una amiga mía, la Escritora Marilyn Robinson llama “ese depósito de Bondad, Más Allá, y de Otro Tipo, que somos capaces de hacer unos a otros en la Causa común de las cosas”.

Esa reserva de Bondad. Si podemos encontrar esa Gracia, todo es posible. Si podemos aprovechar esa Gracia, todo puede cambiar.

Sublime Gracia (Amazing Grace)

Empieza a cantar: “Sublime Gracia, qué dulce el Sonido que salva a una persona malvada como yo. Estuve perdido, pero ahora me encontré. Estuve ciego, y ahora veo”.

Clementa Pinckney encontró esa Gracia.
Cynthia Hurd encontró esa Gracia.
Susie Jackson encontró esa Gracia.
Ethel Lance encontró esa Gracia.
DePayne Middleton-Doctor encontró esa Gracia.
Tywanza Sanders encontró esa Gracia.
Daniel L. Simmons, encontró esa Gracia.
Sharonda Coleman-Singleton encontró esa Gracia.
Myra Thompson encontró esa Gracia.

A través del ejemplo de sus Vidas, la han pasado ahora a nosotros. Que podamos ser Dignos de ese Precioso y Extraordinario Don, mientras perdure nuestra Vida. Que la Gracia ahora les guíe a casa. Que Dios siga derramando Su Gracia sobre los Estados Unidos de América.

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