Los titulares sobre las recientes protestas en EE.UU. hacen creer a los lectores que están protagonizadas por negros "enloquecidos" que crean "escenas de caos". Sin embargo, esta visión no hace sino reflejar las tendencias racistas de los medios de comunicación occidentales, cree el escritor y activista estadounidense Darnell Moore.
El descontento generalizado de ciudadanos negros que lanzan objetos contra una Policía que les ha decepcionado contrasta significativamente con la descripción que hacen los medios de comunicación estadounidenses de los incidentes en los campus universitarios, en su mayoría protagonizados por blancos después de eventos deportivos, como fue el caso de la Universidad de Kentucky a principios de abril. Entonces, los titulares se referían a los responsables de los incidentes como "muchachos de la universidad" o "hinchas de Kentucky" en lugar de centrarse en la violencia de sus acciones, indica Darnell Moore, redactor principal del portal Identities.mic, en su artículo.
Además, en su cobertura de las actuales manifestaciones protagonizadas por afroamericanos, los medios pasan por alto el hecho de que esta resistencia surgió para exponer una injusticia que forma parte esencial de la historia norteamericana, dice el autor. "La tendencia pública de defender ciertas acciones como algo patriótico y otras como terror destructivo dan forma a las narrativas de resistencia en EE.UU.", cree Moore.
Los negros de EE.UU. han experimentado enormes cantidades de injusticia a manos de los que han jurado proteger a los ciudadanos, la Policía y el sistema judicial incluidos, escribe Moore. La trágica historia de Gray ha emergido en un momento de preocupación nacional sobre el abrumador número de negros asesinados por la Policía durante la última década.
"La familia de Gray y muchas otras personas en Baltimore y en todo el país exigen justicia en nombre de otra persona negra cuyo nombre ahora figura como un 'hashtag' que es sinónimo de muerte e injusticia", señala el activista. Mientras que las personas negras de 20 a 24 años son el grupo demográfico con más probabilidades de morir a manos de la Policía, según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, los agentes de la ley siguen en libertad después de cometer estos asesinatos. "No debemos perder de vista el hecho de que esta realidad es la que provoca la desobediencia en primer lugar", concluye Moore.