Si hay un repugnante fraude en Nicaragua ese es el fraude de presentarse como “la mayoría”, hablar en nombre del pueblo sin utilizar ningún mecanismo establecido por la Constitución para corroborar esa totalitaria afirmación y despreciar los resultados electorales reales.
La razón, al consolidarse el FSLN con un 55.1% de preferencia popular, preparar un nuevo zarpazo contra la Democracia: desde ahora la derecha autoritaria avanza en su nefanda intención de deslegitimar los comicios de 2016.
La última encuesta M&R Consultores, como otras firmas, nos indica, de una manera sostenida a lo largo de los últimos años, que los partidos de oposición, en su conjunto, apenas representan el 7.1% de la sociedad, que su trabajo como tal es pésimo, que no genera ninguna confianza ni para llenar una hoja de afiliación, menos una plaza y ya no digamos rebalsar las urnas del Consejo Supremo Electoral.
Entonces, ¿qué les queda? Volver a reeditar, corregido y aumentado, el guion de 2011, seguramente con el apoyo de organismos de su propia naturaleza que desnaturalizan, de paso sea dicho, los procesos electorales latinoamericanos donde sus expresiones políticas, la derecha conservadora, son masiva y soberanamente derrotadas.
Al proyectarse como los que siempre tienen la razón, que Nicaragua está por “colapsar”, solo porque ellos sí ya colapsaron, mentir, demandar y exigir todo lo que se les ocurra “en representación” del pueblo, creyéndose Roma sin una ermita de fieles a la redonda, tratan de vender un país sin libertades y, sobre todo, que no respeta la voluntad ciudadana.
El eje, para ir haciendo la cama a través de sus voceros y curarse en salud, es que las próximas elecciones serán “asignaciones”.
El cinismo es tal que entre ellos mismos se pasan la pelota, tan falsa como los falsos record de popularidad de sus jugadores, extendiendo sistemáticamente su farsa de “perder” la justa electoral por el “mal conteo de los votos”.
Después, repitiendo el guion, la infamia rebotará en las canchas de sus órganos, nacionales y extranjeros, para, al cabo de cierto tiempo, tomarse como un dogma y refritar la aparatosa cruzada de reclamar victorias ajenas e imponer sus mentiras por encima de la verdad.
Descalifican
En este engaño organizado, la derecha conservadora tampoco está contenta con los estudios de opinión nacional. Como las distintas encuestadoras, puntos porcentuales más, puntos menos, coinciden en que los partidos de esa latitud no tienen posibilidades ni siquiera de ser dignos adversarios, entonces sus líderes las descalifican.
Primero, como el que las usa las imagina, difaman que los consultados “mienten” al contestar los cuestionarios. Cuando ni ellos se creen eso, tratan de enredarla con el tema migratorio como si fuera un fenómeno reciente. Bajo los gobiernos Chamorro y Alemán, miles de compatriotas emigraron a otros países por razones propias.
El presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada, José Adán Aguerri, recordó también que esto obedece a un asunto cultural, porque desde antes de los años 80, muchos nicaragüenses, por el caso, se radicaron en Los Ángeles, California, y la economía estaba bien. Uno conoce historias de gente que se marcharon desde los años 60 del siglo pasado y los 70.
Al fallar en estos forzados parámetros, en su afán de desacreditar los resultados de la encuesta en el que el FSLN obtiene el 55.1% de simpatía político partidaria, recurren a su viejo machote: el tema económico. Así, quieren “develar” lo que “dicen entre líneas” los nicaragüenses y “demostrar” la “contradicción”: si la ciudadanía respalda al Frente, “¿por qué entre los temas sensibles están el desempleo y la pobreza?”
Según estos “iluminados”, tal “discordancia” no puede traducirse en votos al Frente Sandinista. Luego, hay “fraude”.
En el año 2000, cuando se consolidaba el neoliberalismo que sus voceros, en su nostalgia retórica, le llaman “Estado de Derecho”, “igualdad de oportunidades”, donde “nadie se quería ir”, esta era la situación:
Igualdad de oportunidades: “En febrero una encuesta del Instituto de Estudios Nicaragüenses (IEN) mostraba que un 52% de los encuestados no tenía trabajo estable o no trabajaba del todo”. ¡Estamos hablando de más de la mitad de los consultados!
“Del 47% que dijo estar trabajando, el 50 por ciento manifestó hacerlo por cuenta propia. En términos de percepciones, una mayoría del 90.7% opinaba que el sistema económico no brindaba iguales oportunidades a todos los nicaragüenses”.
En marzo de 2015, M&R detectó que el 28.1% de los nicaragüenses enfoca el desempleo como su gran preocupación, en tanto el 22.8% acusa a la pobreza. Los datos entre ambos estudios son abismales.
Democracia: En 2000, “El 83% consideraba que solo brindaba oportunidades a los ricos y el 92% que no brindaba iguales oportunidades a los pobres”.
República: Un 86% dijo que la brecha entre ricos y pobres había aumentado y el incremento de esa diferencia, concluyó el 62%, podía ser un factor de violencia social. El 31.5% “dijo que había pensado emigrar de Nicaragua”. (Enciclopedia de Nicaragua, Tomo II)
Siguiendo la “lógica” de los dirigentes de la minoría conservadora, con esos alarmantes resultados no había forma que el desencanto masivo se volcara en un apoyo popular que llevara al ingeniero Enrique Bolaños a ganar las elecciones en 2001.
Luego, ¿por qué no gritaron fraude?