Las corrientes que bajaban desde Managua desembocando en el lago, añadían algo más a las dificultades de vivir en ese sitio, donde abundaban las nubes de moscas y zancudos en forma permanente, lo que provocaban enfermedades diarreicas o malaria que afectaban mucho más a la niñez.
Salir de esa situación fue sumamente importante para Verónica del Socorro Estrada, quien dijo que vivir en la costa del lago era una tragedia, en medio de la inmundicia, lo que agregó “volvía la vida horrible, mucho más en el invierno dado que estaba el peligro de inundaciones”.
Estrada dijo que era horrible no poder dormir porque en invierno el agua se pasaba por arriba del agujerado techo y abajo, por el suelo, crecía la amenaza constante de una avalancha por medio de los cauces crecidos o por un avance de las aguas del Xolotlán.
Sabia decisión
La compañera Estrada manifestó que gracias a Dios el gobierno del Presidente Daniel Ortega tomó la decisión de construir Villa Guadalupe para dar una oportunidad a las familias que habitaban en la costa del lago para rehacer su vida y darles el derecho de vivir mejor.
Aseguró la vecina de Villa Guadalupe, que aunque es cierto que en invierno, en cualquier lugar crece la presencia de moscas o de zancudos, no es comparable a lo que sufrían cuando estaban en “la playa”.
Por su parte Ana María Ortega, quien también estaba viviendo hace más de dos años en los bajos de Acahualinca dijo “estamos bien gracias a Dios y el Presidente Daniel Ortega y nos sentimos satisfechos de haber sido atendidos para darnos mejores condiciones de vida en este lugar”.
Ortega destacó que cuando estaba viviendo a las orillas del lago se sentía triste, por la inseguridad en que habitaba y porque nunca podía tomar decisiones de hacer algo con su frágil casa porque lo que gastara lo podría perder en una de las crecidas del Xolotlán.
La vida le cambió
Por otra parte Concepción Sánchez manifestó que su vida de repente cambió, pasó de un sitio donde se mojaban constantemente y donde abundaban las enfermedades, a un sitió más higiénico, donde ya no se mojan y donde ahora son propietarios de su casa, lo que antes, en la costa del lago, no era posible.
Concepción Sánchez recordó que tuvo que vivir 25 años a las orillas del Xolotlán, tiempo en el cual perdió la esperanza de mejorar su vida, la cual renació en medio de una tragedia, las inundaciones del lago y “ahora tenemos seis meses ya de vivir tranquilos”.
Javier Gómez Rayo recordó que hace dos años estaban pasando una situación catastrófica en los bajos de Acahualinca, viendo constantemente crecer las aguas del Xolotlán por un lado y por otro lado viviendo la amenaza de las violentas crecidas de los cauces que desembocan en el lago.
Gracias a Dios y al Presidente Daniel que salimos de ahí y aunque aún pasen dificultades, agregó que se sienten tranquilos en Villa Guadalupe.