En medio de desgarradores lamentos, los pobladores de la comunidad Siare, municipio de San Ramón, Matagalpa, dieron el último adiós al joven Yader Francisco Sáenz, de 22 años, una de las cinco víctimas del ataque perpetrado el sábado pasado por un grupo de asesinos contra dos caravanas de simpatizantes sandinistas.
El largo recorrido de aproximadamente kilómetro y medio desde su casa hasta el cementerio donde reposan sus restos estuvo acompañado por una multitud de mujeres, niños, jóvenes, ancianos y adultos quienes con rostros compungidos no podían creer que el cuerpo que llevaban en ese ataúd era el de Yader, ese muchacho que trabajaba en las labores del campo, que jugaba al fútbol en sus ratos libres y que soñaba con terminar su educación secundaria para forjarse un futuro mejor.
Dios hará justicia
Uno de los momentos más sentidos de esta despedida fue cuando a medio trecho, en un lugar donde el camino se ensancha considerablemente desplazando hacia un lado los verdes cafetales, sus amigos pidieron detener un rato la marcha para que Yader pudiera ver desde la presencia del Señor el pequeño campo de fútbol donde solía jugar con ellos.
Allí las personas que habían logrado reprimir el llanto no pudieron más y explotaron en un mar de lágrimas que no encontraba consuelo en las manos trémulas y los rostros descompuestos de los que en ningún momento pudieron ser fuertes ante un dolor tan grande.
“Todos nuestros amigos, la familia que lo queremos mucho, lo vamos a llevar para siempre en el corazón, nunca lo vamos a olvidar”, manifestó Michael Arceda Arauz, uno de los amigos con quien Yader solía jugar al fútbol.
Sus amigos y familiares no piden venganza, lo único que piden es que se aplique la ley para quienes arrebataron cobardemente una vida que apenas empezaba labrarse.
“No vamos a tomar venganza sino que lo dejamos en la mano de Dios, porque Dios es el único que hace justicia, nosotros no. Nosotros no tenemos por qué tomar venganza”, expresó el joven Arceda.
Enterrado entre alabanzas a Dios
La gran mayoría de los pobladores de Siare son cristianos evangélicos, de tal manera que desde muy pequeños las personas van aprendiendo el respeto a Dios y el amor al prójimo.
Por esta razón cuando el cuerpo de Yader finalmente llegó al cementerio, todos aquellos que le conocieron participaron en un culto donde en medio de alabanzas al Creador se oró por el eterno descanso de esta joven vida que se ha apagado.
Era un “joven con propósitos, con una meta por delante, un joven que trazó llegar a ser alguien útil para nuestra nación, pero desafortunadamente todos estos sueños fueron truncados”, lamentó Luis Enrique Gómez, pastor de la iglesia evangélica de la comunidad.
Una herida que nos ha marcado a todos
A este último adiós llegaron en representación del Gobierno Sandinista, las autoridades municipales y departamentales.
“Ha sido una herida que ha marcado a toda la comunidad, a todo el municipio, a todo Nicaragua”, expresó Zadrach Zeledón, alcalde mayor y secretario político del departamento de Matagalpa, para quien en situaciones como esta debe primar siempre el amor.
Zeledón se solidarizó con la señora Isidora Potoy, madre de Yader, y con cada uno de los miembros de su familia.
“Yader va a vivir para siempre, Yader queda sembrado en el corazón de cada uno de nosotros”, manifestó.
Las abundantes flores que hoy cubren la tumba de este muchacho son fiel testimonio del amor que tanto le tuvo su pueblo y del amor que él siempre supo corresponder. Su vida quedó truncada cuando apenas empezaba a dar sus primeros pasos, pero su sangre servirá para enseñar a todo un pueblo la necesidad de seguir forjando el amor y la paz para que nunca más el odio se apodere de los corazones que quienes solo quieren vivir estos Nuevos Tiempos.