No podemos callar y desde lo más profundo de nuestros corazones, debemos condenar y denunciar ante Nicaragua y el mundo, la vil masacre cometida por un grupúsculo lleno de odio y rencor, contra alegres manifestantes sandinistas que regresaban a sus hogares al norte del país, después de celebrar el 35 aniversario del triunfo de la Revolución Sandinista.
No podemos callar ante esta masacre que dejó a cinco ciudadanos entre mujeres y jóvenes sandinistas fallecidos y 25 heridos, ametrallados a mansalva por mentes enfermizas llenas de odio, al ver cómo el pueblo nicaragüense celebra feliz y con alegría el avance en progreso, en paz y tranquilidad de nuestra Nicaragua querida y amada.
Estas mentes enfermizas, que gracias a Dios no pasan de ser un grupúsculo lanzados sin escrúpulos por un sector de la población que se quedó en el pasado y que no aceptan el prodigio de transformación que se observa en nuestra Patria, han cometido un genocidio que debe ser castigado con todo el peso de la ley y conforme lo manda el derecho penal.
Esta masacre es el resultado de la incitación a la violencia que se lanza todos los días en varios medios de comunicación de prensa escrita y estaciones de radio en contra de la triunfante Revolución Sandinista que, con la bandera de la paz y el amor, está llevando a Nicaragua por senderos luminosos de un futuro mejor para todos, sin exclusiones.
Hoy, esos mismos medios de comunicación, al que se han unido algunos grupúsculos partidos de oposición, hipócritamente se dan “golpes de pecho” condenando la masacre, cuando en realidad son los responsables que hoy Nicaragua se encuentre de duelo.
Esos grupúsculos de oposición no computan en su mente que el 82 por ciento de la población los rechaza y que la opinión pública los mantiene en el sótano y, por lo tanto, han decidido tomar el camino de la violencia.
Hoy hemos sido agredidos todos los nicaragüenses de buen corazón, con ese ataque artero, cobarde, egoísta e intolerante contra ciudadanos inocentes e indefensos que regresaban a sus hogares llenos de alegría y felicidad.
Pero, la inmensa mayoría de los nicaragüenses no se dejaró manipular por estas mentes demenciales y, por el contrario, seguirá apoyando decididamente el proyecto del BIEN COMUN que lideran el Presidente Daniel Ortega y la Primera Dama Rosario Murillo.
Le enviamos nuestro aliento y solidaridad a los familiares de las víctimas y al pueblo nicaragüense le pedimos mantenerse activo con el plan de paz y amor que lideran el Comandante Daniel Ortega y la Primera Dama Rosario Murillo.
Porque el pueblo nicaragüense tiene derecho a la alegría. Tiene derecho a vivir en paz y en amor, como lo han manifestado Daniel y Rosario.
Debemos apoyar decididamente al Comandante Ortega y la Primera Dama Rosario Murillo, quienes nos han recordado que la fuerza del amor aplastará la fuerza del odio y el rencor, pues Nicaragua, siempre estará unida en el amor y en el dolor sin rencor.
Sigamos, pues, construyendo esta Nicaragua en paz, con amor, con tranquilidad y seguridad y dejemos que el pueblo margine para siempre a los que desean ver derramada la sangre de hermanos.