Las anomalías congénitas son la segunda causa de muertes infantiles. Entre ellas figuran las que afectan al corazón, la fisura de labio y paladar y el síndrome de Down.

Pero la buena noticia es que -si se planifica el embarazo- es posible evitarlas en buena medida.

Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) son contundentes: las malformaciones congénitas provocan más de 270 mil muertes por año a nivel mundial.

Son la segunda causa de muerte infantil detrás de los trastornos respiratorios y cardiovasculares y afectan a uno de cada 33 recién nacidos y provocan más de 3 millones de discapacidades.

Lo interesante es que prácticamente la mitad de estas anomalías y/o muertes se pueden prevenir. Entre las más frecuentes figuran las malformaciones del corazón, los problemas del tubo neural y el síndrome de Down.

Un Programa de Salud Congénita en ese sentido se apoya sobre varios pilares:
1 Una campaña de difusión para que las parejas que esperan tener hijos sepan como prevenirlas,
2 Capacitar al equipo de salud para que puedan diagnosticarlas y tratarlas rápidamente
3 Crear una red de derivación de embarazadas de riesgo

En Buenos Aires
"Del total de defunciones de menores de un mes que se registraron en 2011 y 2012 en la Provincia, el 27 % correspondió a niños con malformaciones congénitas; y lo mismo ocurrió con el 20 % de los bebés de entre un mes y año", explicó la directora de maternidad e infancia de la Provincia, Flavia Raineri, en la presentación del programa que se realizo hoy en la sede de la cartera sanitaria.

Prevención
- Vacunarse contra la rubéola,
- Evitar ciertos medicamentos,
- No tomar alcohol ni drogas en el embarazo,
- Alimentarse en forma saludable,
- Tomar hierro y ácido fólico antes, durante y después de la gestación
- Planificar el embarazo antes de los 35 años, son algunas de las medidas que pueden marcar la diferencia entre tener un bebé sano o uno con malformaciones capaces de desencadenar discapacidades e incluso la muerte.

De todas las anomalías congénitas, las más frecuentes afectan al corazón y son la comunicación interventricular o interauricular.
Hasta hace algunos años, hasta los médicos decían que una copa de vino o un chop de cerveza nada podía hacerle a la embarazada ni a su bebé.

Hoy, en cambio, los expertos observan con preocupación que las jóvenes lo consumen en cantidad y esto suele ser motivo de todo un espectro de anomalías congénitas que puede incluir desde cardiopatías, pasando por microcefalia (reducción de cabeza y cerebro), retardo mental y hasta problemas de conducta en el niño.

"No hemos podido determinar cuál es el límite, de modo que el mejor consejo es no tomar nada de alcohol en el embarazo", explicó Viviana Cosentino, especialista en genética. Y agregó que, por lo general, las mujeres jóvenes beben en exceso al menos alguna vez en la semana, y muchas recién tienen la certeza de embarazo al mes o mes y medio de gestación, de modo que para ese momento el embrión ya se formó y ya se tomó alcohol".

Las demás sustancias adictivas también tienen su efecto en el desarrollo fetal. Por ejemplo, el cigarrillo suele ser causa de nacimientos prematuros, con bajo peso y más riesgo de fisura de labio, paladar y muerte súbita e inesperada en el primer año de vida.

Las malformaciones del tubo neural como la espina bífida, anencefalia e hidrocefalia ocurren en embarazadas que no han tomado ácido fólico antes, durante y luego del embarazo. "En definitiva, gran parte de estas anomalías son evitables con planificación familiar y una consulta preconcepcional, que ponga al médico al tanto de los hábitos alimentarios y de todo tipo de consumo de la mujer y su pareja, para asesorarla y que llegue al embarazo en las condiciones más saludables posibles".