MANAGUA, Nicaragua, 11 de julio de 1991. (OEM-Informex).- Daniel Ortega figura ahora entre los demócratas del continente. Él y su movimiento sandinista apostaron por la democracia, y al perder las elecciones, ganaron respeto y credibilidad.
Desde la oposición, Ortega es un crítico cabal, constante y claro de sus opositores, de la pobreza, de la explotación. Perdió un proceso electoral, pero no da por terminada su actuación. Él mismo lo reconoce al decir que aprendieron a derribar tiranías, pero no tenían experiencia sobre cómo gobernar un país.
Ahora observa cómo lo gobiernan otros e, intranquilo, se prepara para su nueva oportunidad. Esto fue lo que nos respondió.
P: Comandante Daniel Ortega, los sandinistas dieron una lección de democracia. Respetaron el voto popular y reconocieron el triunfo de sus opositores. ¿Se arrepiente usted de haber actuado como lo hizo?
R: Señor Vázquez Raña, en ese momento nosotros luchamos porque Nicaragua pudiera obtener una verdadera democracia por primera vez en su historia.
P: En las elecciones de 1990 vino por primera vez a Nicaragua un grupo de observadores encabezados por Jimmy Carter, tenemos entendido que ambos sostuvieron una reunión privada; el señor Carter habló en términos muy elogiosos hacia usted y ha revelado algunos puntos de vista. ¿Nos podría informar algo más sobre lo tratado en esta reunión?
R: Don Mario, no hay ningún secreto en esa reunión. Simplemente, con Carter establecí una buena comunicación, muy franca, muy directa. Desde el año 79, cuando viajé a Estados Unidos y me encontré con él, intentamos iniciar un nuevo tipo de relaciones entre Estados Unidos y Nicaragua.
Carter se mostró dispuesto a hacerlo, pero luego vino Reagan y lo sacó de la Presidencia. Nos encontramos nuevamente en las elecciones de 1990. Carter, muy preocupado por la situación de Nicaragua, trataba de contribuir, desarrollar una nueva línea de relación entre Estados Unidos y Nicaragua.
Pienso que él sigue defendiendo ese tipo de propuestas.
Carter en ese momento me expresó la preocupación de Estados Unidos ante un triunfo revolucionario, que es lo que está sucediendo en Nicaragua, y me manifestaba el temor frente a lo que sería una cubanización de la Revolución nicaragüense y que Nicaragua se convertiría en una pieza más de la política soviética. Yo le expresaba, por otro lado, que nosotros estamos desarrollando un modelo revolucionario que defendía una política internacional no alineada y que en mucha medida iba a defenderse de la actitud norteamericana también, y, aun así, poder desarrollar este modelo, en la medida que Estados Unidos estuviese dispuesto a cambiar de actitud frente a Nicaragua. Históricamente Estados Unidos había agredido a Nicaragua; Estados Unidos tenía que cambiar su actitud y su comportamiento, y Carter se mostró comprensivo frente a este planteamiento; luego había otras preocupaciones que tenían que ver con la guerrilla salvadoreña. Hablamos del tema, hablamos de las raíces de la lucha del pueblo salvadoreño, de cómo los estábamos estimulando.
Nosotros recibimos apoyo de la guerrilla salvadoreña cuando estábamos triunfando, yo diría que ese fue el punto de mayor contradicción que tuvimos con el Gobierno de Carter en el periodo en que a él le tocó enlazarse con nosotros.
P: Comandante Ortega, como usted sabe, algunos partidos políticos mexicanos piden la presencia de observadores extranjeros en los procesos electorales. Basado en su propia experiencia. ¿Usted aconseja o desaconseja la participación de observadores extranjeros en una elección?
R: Bueno, Mario, antes que nada, yo soy respetuoso del principio de no intervención, de no injerencia, y creo que éstas son decisiones soberanas que tiene que tomar cada pueblo. Hay que tomar en cuenta que en el caso de Nicaragua estamos frente a un hecho extraordinario, es decir, una revolución triunfante, agredida por la potencia más poderosa del mundo y en donde nosotros nos lanzamos al desafío de obligar a la nación norteamericana a cambiar las balas por los votos, esa fue nuestra consigna: obliguemos a los gringos a cambiar las balas por los votos.
Son condiciones muy particulares. En ese contexto se dio esa decisión nacional como nunca en la historia se había dado. Creo que hay que tomar en cuenta todos estos elementos para entender. Creo que elecciones como éstas en Nicaragua no se podrán ver con ese grado de atención, de supervisión, como la que convocaron las elecciones de 90.
P: Actualmente, usted está en la oposición y el general Humberto Ortega forma parte del gabinete en el poder, aun cuando conserva su identidad sandinista. ¿Comandante, cómo es posible que permanezca una buena relación política entre ambos?
R: Bueno, Don Mario, tenemos raíces comunes y estas raíces no se rompen con el hecho de que se haya producido un cambio en este país y con el hecho de que él haya quedado formando parte del Gobierno. Aquí hay otros funcionarios del Gobierno que son sandinistas, son militantes del Frente, pero, claro que ellos en cuanto a funcionarios del Gobierno, pues tienen que responder a las políticas del Gobierno. Como militantes del Frente tienen una situación muy particular, pues tenemos que respetar un poco el espacio en el que ellos se tienen que subordinar al Gobierno. De tal manera que no veo problema en cuanto a la posición que tiene Humberto en el Ejército y, al contrario, creo que eso facilita el que se pueda trabajar mejor para que el país pueda avanzar a la estabilidad. Vivimos una situación muy tensionante y el papel del Ejército es determinante para contribuir a alcanzar la estabilidad del país.
P: A un año de Gobierno de la señora Violeta Barrios viuda de Chamorro, se han agravado los problemas económicos para Nicaragua. Comandante Ortega, ¿cuál es su opinión sobre el programa de ajuste y reactivación económico impuesto por el Gobierno el pasado mes de marzo?
Mario, yo pienso que el programa, en términos generales, persigue los mismos objetivos que nosotros perseguíamos, es decir, combatir la hiperinflación, estimular el desarrollo interno en cuanto a la producción de bienes básicos y alimentos, la producción para la exportación, y generación de empleo. Esos son grandes objetivos que tenemos en coincidencia. La diferencia está en lo que es la aplicación de la política, hemos sentido la tendencia en el Gobierno de aplicar políticas de corte liberal ya archiconocidas, no son nada nuevo, nada moderno, sino conocidas en cuanto a que sencillamente hacen más ricos a los ricos a costa de hacer más pobres a los pobres, y nosotros ante eso nos oponemos y ejercemos una acción beligerante en contra de esas políticas.
P: Comandante, ¿usted cree que el Gobierno de Estados Unidos ha cumplido lo que le ha ofrecido a la señora Chamorro?
R: Creo que el presidente Bush creó una gran expectativa cuando en la campaña electoral afirmó que iba a prestarle una ayuda masiva a Nicaragua. Esa ayuda masiva no llegó, lo cual indica que el presidente Bush mintió, como suelen mentir los gobernantes norteamericanos.
P: Comandante, ellos habían ofrecido una cantidad muy grande de dinero, ¿no fue así?
R: Ese dinero no llegó, incluso dejaron burlado a Endara, en Panamá, y también han dejado burlado al Gobierno de Nicaragua. Se ve claramente la diferencia en cómo Estados Unidos sacó plata para la Guerra del Golfo. Ahí sobró la plata, pero para ayudarle a Nicaragua no hay plata. Cuando se trataba de dar fondos para la contra, ahí se conseguía la plata. Cuando se trata de conseguir fondos para ayudar a Nicaragua, los fondos no aparecen. Incluso han puesto como condición para la entrega de esa ayuda que el Gobierno retire la demanda de indemnización ante la Corte Internacional. El Gobierno, en este sentido, se está vendiendo por un plato de lentejas, porque ha ido cediendo ante esta política de opresión de los norteamericanos y esto es una vergüenza para los países del Tercer Mundo, porque a fin de cuentas Nicaragua libró una batalla en favor del derecho internacional donde la Corte falló claramente en favor de Nicaragua.
Señaló claramente que Estados Unidos debía indemnizar a Nicaragua y ahora el Gobierno aquí está vendiendo por centavos lo que debía ser una actitud de hacer efectiva la indemnización. En lugar de hacerla efectiva, renuncian a ella a cambio de las migajas que Estados Unidos le da a Nicaragua en estos momentos.
P: Al no cumplir Estados Unidos con lo que ofreció a la señora Chamorro, definitivamente el pueblo se da cuenta de que ahora no se cumple el acuerdo. ¿Si hubiera unas votaciones el día de hoy, cómo andarían?
R: Bueno, Don Mario, yo pienso que en las condiciones actuales sería muy diferente el resultado, porque grandes sectores de la población que votaron por UNO, sencillamente porque pensaron que las condiciones económicas iban a mejorar, ahora se sienten amenazados, y otros ya están sufriendo los efectos de la situación económica. Nosotros mal que bien, con políticas de subsidio, con guerra también, pero con un esfuerzo propio, mal que bien nosotros logramos alfabetizar este pueblo, logramos elevar el nivel de vida; es decir, la gente que estaba en la miseria pasó al nivel de la pobreza, la gente que estaba en la pobreza pasó a cierto nivel medio, y los sectores más altos, pues, tuvieron la oportunidad incluso de acumular más capital. Ahora eso se está revirtiendo: la gente que había logrado pasar a nivel de pobreza está pasando a nivel de miseria, y la gente que estaba en nivel medio está pasando a niveles de miseria y de pobreza; igualmente, hay un desempleo y un éxodo de nicaragüenses ya no a causa de la guerra, sino de la miseria.
La gente se está yendo del país a buscar mejor vida en otro lado y no solamente gente de escasos recursos, sino técnicos, profesionales, gente que no encuentra lugares para trabajar en este país o que se ha quedado sin trabajo, como resultado de las políticas económicas que viene aplicando el Gobierno.
P: Usted, como líder en el partido, ¿ha tenido relaciones con Estados Unidos últimamente?
R: El último encuentro lo tuve con el vicepresidente Quayle, en Brasil, en la toma de posesión del presidente Collor de Mello, y luego solamente con el embajador norteamericano. Me he reunido en algunas ocasiones antes de partir al Golfo. Me reuní con él para conocer un poco la actitud norteamericana antes de la guerra, en el mes de noviembre. He tenido una reunión aquí, con él, para hablar de la situación con El Salvador y un poco también de la situación interna.
P: Comandante, ¿se reúne también con la presidenta Chamorro?
R: Bueno, me encontré con ella en un vuelo. Ella iba a Estados Unidos, yo iba a Europa. Volamos de aquí a Houston y fuimos conversando en el vuelo. Tenemos un tipo de relación. No sé ella bien cómo valorará todo lo que ha sucedido. Eso realmente nunca lo hemos tocado. La verdad es que cuando conversamos hablamos de cuestiones muy generales, no entramos a temas más de fondo.
P: ¿Siente usted, comandante, que los lineamientos marcados son los correctos?
Yo creo que todos pensamos que cuando seguimos una línea o tomamos una decisión, es la correcta; sin embargo, es la realidad de la vida la que nos pone a prueba de si estamos o no avanzando en la dirección correcta. Yo creo que aquí, en Nicaragua, a diferencia de lo que ha acontecido en Europa del Este y de lo que acontece y aconteció en la Unión Soviética, estamos en una situación que sigue siendo un desafío para el movimiento revolucionario y para el Frente Sandinista. No vemos razón para empezar a hacer cuestionamientos como se hacen en Europa del Este, donde están deslumbrados por el capitalismo y están apenas descubriéndolo. Aquí conocemos perfectamente el capitalismo, en América Latina no es ninguna novedad. La tendencia de América Latina es a superar el capitalismo y hacer a un lado las políticas neoliberales; en cambio, en Europa del Este están ahora descubriendo el capitalismo. Sin embargo, las grandes masas de América Latina no pueden decir: ¡bienvenido el capitalismo!, si han vivido en él y han sido desbaratadas por él. En América Latina, las propuestas de cambio revolucionarias siguen vigentes como cualquier modalidad de lucha. Yo creo que aquí el hecho de que se esté dando una tendencia en este momento hacia la negociación de los movimientos armados revolucionarios de América Latina no significa que esté descartada la lucha armada de la política latinoamericana. Creo que ningún tipo de lucha se puede descartar donde estén presentes los problemas de orden económico, social, falta de libertad y de justicia. Es decir, hay flujo y reflujo en el sentir de la humanidad.
Nosotros aquí en Nicaragua vivimos momentos de reflujo terrible en la época de Sandino. Imaginemos cómo hubieran pensado los analistas en ese momento, cuál hubiera sido la suerte de Sandino al ver que después de cruzar los yanquis se queda Nicaragua negociando con un Gobierno de los yanquis, un Gobierno de la oligarquía conservadora de este país. Con un Ejército de los yanquis encabezado por Somoza, sin grandes transformaciones en el orden económico y social.
En ese entonces Sandino solamente estaba luchando por unos cooperativistas en la zona de la frontera con Honduras. Sandino no tenía ningún Ejército, su Ejército ya se había dispersado después de la incursión de los yanquis. En esas condiciones asesinan a Sandino. Se pensó que la lucha armada ya no tenía futuro en Nicaragua. Luego surgió una campaña para enterrar la figura de Sandino. En los textos de historia nos tocó a nosotros estudiar en la escuela que Sandino había sido un bandolero, un asesino, en los textos de historia de todas las escuelas -tanto religiosas como públicas-, mientras que a Somoza se le pone como el salvador de Nicaragua. Pasamos un momento de reflujo, hay mucha gente con un sentimiento de renuncia, con una mentalidad pesimista a la propuesta revolucionaria. Tras la muerte de Sandino pensaron que la gente se olvidaría de seguir luchando.
Pero la historia demostró en Nicaragua que Sandino no estaba muerto. Sandino se levantó de nuevo con el Frente Sandinista en el 60, y entró triunfante a Managua en el 79, y Sandino sigue peleando con el Frente Sandinista en este momento, aquí, defendiendo las conquistas revolucionarias frente a los intentos imperialistas de imponer el modelo somocista en nuestro país. El problema que tiene el imperialismo es querer imponer el modelo somocista siempre. Sabemos que el imperialismo tiene una actitud frente a los pueblos latinoamericanos a los que no ha renunciado, de mantener un sometimiento total, es decir, cualquier manifestación de independencia de cualquier gobierno latinoamericano inmediatamente provoca malestar en el gobernante norteamericano, esa es la historia de América Latina. Yo tengo bien fresca la reunión que tuvimos con el presidente Bush en el año 89, en Costa Rica. Estaba ahí el primer ministro de Canadá y una serie de presidentes latinoamericanos. Todos los presidentes latinoamericanos diciendo lo que no se atreven a decir públicamente, todos el mismo discurso, y el yanqui, como siempre, lavándose las manos; sencillamente, Bush no asumiendo ninguna responsabilidad y no preocupándose verdaderamente de asumir un nuevo tipo de relaciones con América Latina.
Conversé con los dirigentes latinoamericanos y esa ha sido mi experiencia. Todos estos años, cuando converso en la intimidad de la plática política, son críticos de la política yanqui y se sienten humillados por la actitud de los yanquis cada vez que los amenazan por cualquier acto de independencia en el campo económico o político, cuando discrepan con los yanquis inmediatamente vienen las amenazas y presiones contra el líder latinoamericano. Eso lo comentan ellos, pero no se atreven a decirlo en público, porque eso sería desafiar al yanqui, es ponerse en la campaña del yanqui para que lo derrumbe. Nosotros tenemos una situación muy rica, un proceso revolucionario muy rico donde la derrota electoral viene a reafirmar la fortaleza de la propuesta revolucionaria sandinista de traer democracia a este país, donde sencillamente ahora los yanquis intentarán arrancar las conquistas revolucionarias para imponer el típico modelo ya conocido. Ahora nosotros tenemos que luchar para que, a pesar de que este Gobierno no es nuestro gobierno, derrumbe sus políticas, sobre todo en el campo económico y social en una dirección que verdaderamente le permita avanzar a Nicaragua, lo cual es un desafío muy grande, con la contradicción que se genera al estar bajo la presión del Fondo Monetario, bajo la presión de los gringos, del Banco Mundial, de todas estas fuerzas y, por otro lado, la presión popular. Yo creo que esta es la historia de América Latina un poco reflejada en una situación muy favorable para la lucha popular en el caso de Nicaragua, porque cuando los gobiernos no tienen, en contraparte, una fuerza popular que los presione de verdad, entonces se debilitan frente a la presión multinacional de los gobiernos como Estados Unidos o frente a la presión del Banco Mundial y compañía, pero, en cambio, cuando los gobiernos tienen una presión popular de base, pueden resistir. Incluso tiene pretextos para decir: yanquis, miren, si yo sigo con estas políticas, aquí sencillamente va a estallar el país, no me aprieten tanto, no me obliguen a establecer políticas de ajustes tan estrictas como las que me quieren imponer... así, en la medida en que los pueblos son capaces de reaccionar, se puede llegar a ganar batallas de este tipo, se puede lograr que incluso planes de ajuste económico no sean tan duros, tan violentos como intentan imponerlos desde los organismos internacionales; esa es la batalla de Nicaragua en este momento, la batalla por la estabilidad del país, que pasa necesariamente por el respeto que se le debe a las conquistas básicas de los nicaragüenses en el campo económico-social y no venir a caer nuevamente en modelos ya conocidos por el pueblo nicaragüense.
(Continuará)