Pascual Rigoberto López Pérez, o sencillamente Rigoberto López Pérez, como a él le gustaba que lo llamaran, según comenta su sobrino Eduardo Antonio Romero Meléndez, nació el 13 de mayo de 1929.
Romero resume a Rigoberto en dos palabras: “Ejemplo y Decisión”. “Creo que si lo tuviera que comparar, no lo haría porque él tenía una serie de características tan valiosas que yo no me atrevería a compararlo ante nadie”.
Creía en la bondad y humildad desde temprana edad
Rigoberto, originario de León, desde muy pequeño creía en la bondad y humildad, ya que esos valores fueron inculcados por su madre Doña Soledad López y siempre sintió el compromiso de liberar a su pueblo.
“Son tantas imágenes que nos colocó en la mente nuestra madre en cada uno de los gustos, la forma de pensar, el cariño que demostraba hacia su familia, la forma de ser tan sencilla y blanca de él. Eso nos fue transmitido de manera integral y eso era casi como que nosotros hubiésemos conocido a nuestro tío".
"Me acuerdo que cada charla que teníamos con mi mamá, ella siempre tenía un tópico relacionado a sus hermanos y nos contaba la humildad con la que siempre Rigoberto se mantenía, como también tenía su sentido del humor”, cuenta Romero.
Además, recuerda cómo “un día estaba mi tío Efraín, que él era un excelente estudiante y tuvo la oportunidad de que mi abuelo José Dolores Meléndez, quien ya sabemos que no era el padre de Rigoberto, pues él sí tenía la oportunidad de ponerlos a estudiar en buenas escuelas y Efraín tenía amistades que a veces le daba pena traerlas porque decía que la casa de ellos son grandes y en una ocasión Rigoberto le dijo: '¿Y de qué te achantas (preocupás)?, cuando vengan tus amigos simplemente los subís al techo”.
Esto refleja la humildad del poeta, quien no tenía grandes aspiraciones económicas, pero sí revolucionarias.
Un verdadero patriota
Muchos se hacen la pregunta que ¿desde cuándo le nacen a Rigoberto las ideas revolucionarias en contra de la opresión de los pueblos y la igualdad de los mismos?
A esto sus familiares externaron que “todas estas ideas las venia madurando desde pequeño, la mamá ya le había escuchado frases de inconformidad que tenía referente a la represión que llevaba la Guardia Nacional y que él cada día más iba buscando cómo solucionarlo e incluso decía que ‘la obligación de un nicaragüense es luchar por su patria’”.
Eduardo asegura que una de las cosas que más le gustaban a Rigoberto, era mostrar su respeto a la patria, dejando de caminar al escuchar el Himno Nacional, en cualquier lugar dónde se estuviera entonando.
El sobrino de López Pérez muestra en su habitación develaciones con frases que él una vez expresó. Dichas placas y develaciones se encuentran en una casa del barrio El Calvario, a la que actualmente sus sobrinos dedican a cuidar, pero que no todo el tiempo fue así.
“Estas puertas estuvieron en pampas (totalmente abiertas) durante bastante tiempo, pues la gente en esos tiempos tenía temor de pasar por la casa de Rigoberto, porque creían que la Guardia los podía detener, al pensar que estuvieran relacionados con el ajusticiamiento de Somoza. Por esto poco es lo que se pudo salvar”, señaló Romero.
En estos nuevos tiempos de paz y amor, Rigoberto representa un ejemplo de valor y orgullo patrio nacional para la juventud actual.
Tenía 27 años cuando ajustició al dictador Anastasio Somoza García, en tiempos del régimen de la Guardia Nacional.
Rigoberto López Pérez, marcó el inicio del fin de la tiranía, pasó a la inmortalidad el 21 de Septiembre de 1956 y ha sido homenajeado en muchos lugares históricos del municipio y del departamento de León.