La decisión del gobierno ecuatoriano al poner fin a la Iniciativa Yasuní ITT, tras seis años de esperar por la corresponsabilidad internacional, responde a una absoluta responsabilidad con su pueblo como afirmó el Presidente Rafael Correa en cadena nacional.
Con profunda tristeza, pero también con absoluta responsabilidad con nuestro pueblo y con la historia, he tenido que tomar una de las decisiones más difíciles de todo mi Gobierno, dijo al informar la firma del decreto que liquida el más avanzado proyecto ecológico a nivel mundial.
De acuerdo con la Constitución, solicitó a la Asamblea Nacional la declaratoria de Interés Nacional al aprovechamiento del petróleo en el Yasuní, que afectará menos del uno por ciento del Parque Yasuní y reportará al país ingresos por 18 mil 292 millones de dólares.
Hace más de seis años, dijo Correa, con la mayor alegría, entusiasmo, y tal vez, no poca ingenuidad, presentamos al mundo la propuesta al planeta de mantener indefinidamente inexplotadas las reservas petroleras del Bloque Ishpingo-Tiputini-Tambococha (ITT).
Esas reservas, recordó, estaban estimadas en alrededor de 838 millones de barriles, correspondientes al 20 por ciento de las reservas comprobadas del país, lo que evitaría enviar a la atmósfera más de 400 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2).
En este importante aporte a la lucha contra el calentamiento global, Ecuador estuvo dispuesto a renunciar al 50 por ciento de lo que recibiría el Estado si se explotaba el ITT, siempre que la comunidad internacional contribuyera con los otros tres mil 600 millones de dólares.
No era caridad lo pedido, aclaró Correa, era corresponsabilidad en la lucha contra el cambio climático, siendo el principal contribuyente el pueblo ecuatoriano, pues Ecuador es un contaminador marginal que sacrificaba tres mil 600 millones de dólares de su renta petrolera.
La compensación exigida tenía una perfecta lógica ambiental y económica: constituía un justo pago por la generación de bienes ambientales, pues sin la selva amazónica, principal pulmón del mundo, probablemente la vida en el planeta desaparecería.
Lamentablemente, tenemos que decir que el mundo nos ha fallado, afirmó Correa. Hasta el momento solo existen 13,3 millones en fondos disponibles depositados en los fideicomisos Yasuní ITT, esto es, apenas el 0,37 por ciento de lo esperado.
En la actualidad, con la tecnología disponible para la recuperación petrolera y los precios del petróleo, las reservas del ITT arrojarían un valor presente neto de 18 mil 292 millones de dólares, más de 11 mil millones adicionales a lo que originalmente se estimó.
El verdadero dilema es, apuntó Correa, el 100 por ciento del Yasuní y nada de recursos para satisfacer necesidades urgentes del pueblo, o; 99 por ciento del Yasuní y cerca de 18 mil millones para vencer la miseria, especialmente en la Amazonia, la región con mayor pobreza.
Pero que nadie se engañe, recalcó, el factor fundamental del fracaso de la Iniciativa Yasuní ITT es que el mundo es una gran hipocresía, y la lógica que prevalece no es la de la justicia, sino la del poder
Ecuador aprobó su Plan Nacional para el Buen Vivir que contiene un programa de inversiones de todo el Estado, incluidos los Gobiernos Autónomos Descentralizados, de cerca de 70 mil millones de dólares, para lo cual necesita aumentar sus recursos.
Hemos vivido acostumbrados a enfermedades como dengue, cólera, gastroenteritis, que son patologías de la miseria, pues no existirían con adecuados servicios sanitarios -agua potable, alcantarillado, rellenos sanitarios-, que hoy sólo tiene la mitad de la población ecuatoriana, subrayó.
Muy difícilmente podremos lograr en el 2015 el objetivo del milenio en cuanto a desnutrición por la ausencia de estos servicios sanitarios, recalcó Correa al anunciar que la selva también se está destruyendo por la expansión de la frontera agrícola y pecuaria.
El mayor atentado a los derechos humanos es la miseria, y el mayor error es subordinarlos a supuestos derechos de la naturaleza, lo cual dijo es un falso dilema, ya que el ser humano es parte de la naturaleza, y la pobreza también atenta contra la Pachamama.
Nunca renunciaremos a la utopía, enfatizó el mandatario ecuatoriano, tras reiterar su promesa de velar por que la integridad y maravilla del Yasuní perduren siempre, pero aprovechar responsablemente los recursos de su subsuelo con sumo cuidado e infinito amor.