“Cuando mi nación (EUA) está en guerra y los militares me piden mi colaboración, se las doy”.
Un rebelde con causa. Franklin Graham (1999). Pg. 231.
Los sagrados evangelios son liberadores. Las Buenas Nuevas son la justicia y la libertad. El precio de sangre pagado por Jesús a favor de la humanidad es para lograr una paz con Dios cuyo eco en la Tierra significa una paz integral, un Shalom, una vida plena en nuestro peregrinar en lo que nos toque de calendario.
Esto es lo que seguramente motivaba a Yiye Ávila anunciar a Cristo por donde iba. Y podemos decir que cuando vino por primera vez a Nicaragua, no se sacudió el polvo de sus pies. Y es que Yiye pertenecía a una clase especial de los hombres de Dios, en una época cuando sobraban los que se alquilaban al Becerro de Oro, para maldecir como Balaam a Nicaragua, y con énfasis especial al Frente Sandinista.
Pero, la Epístola de Pablo a los Corintios no es ambigua: “¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te dé cuidado; pero también, si puedes hacerte libre, procúralo más… Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres”. I Corintios. 7: 21.
El 24 de enero de 2008 escribimos: “Yiye Ávila fue el primer evangelista que realizó una campaña a cielo abierto en la Nicaragua del gobierno revolucionario en 1987. Fue, además, la primera ocasión en que un Presidente asistió a una cruzada evangélica. Entonces, Ávila le dijo al presidente (Daniel) Ortega: “Nunca espere que la Iglesia Evangélica que ama a Dios atente contra usted ni contra su vida. La Iglesia está para dar bendición”. Desde aquel año hay una fuerte amistad entre los dos líderes…”.
No hay paz sin justicia social, y esto pasa por constituirse naciones soberanas, no remedos como se vivió durante los 16 años neoliberales. El viejo cuento de misioneros y evangelistas de Estados Unidos, de no “meterse en política, porque es del mundo y ´mi reino no es de este mundo´”, resultó la peor de las hipocresías que muchos religiosos protestantes nicaragüense, hasta muy entrados los años 90 del siglo pasado, lamentablemente consumieron como dogmas.
¿Profetas?
Esos mismos religiosos norteamericanos que predicaban un evangelio eunuco, son los que respaldaban apasionadamente y bendecían a sus candidatos republicanos. Altos líderes televangélicos frecuentaban la Casa Blanca, y hasta Franklin Graham, hijo de Billy Graham, se crió en medio de los todopoderosos de la Tierra.
Sin embargo, nunca el señor Graham, un apasionado de las armas, reprendió a los presidentes Lindon B. Johnson y Richard M. Nixon, “defensores” de la “democracia”, por autorizar la infernal bomba bautizada “Lazy Dog”, que cuando estallaba en los campos de Vietnam lanzaba a velocidades de espanto 10 mil fragmentos de acero cortante como cuchillas de afeitar, para hacer trizas a los campesinos.
Billy Graham y el derecho “divino” a noquear
Cada quien con su poder, porque cuenta su hijo que un día don Billy llegó a su casa, después de una cruzada evangelística, y se encontró con un tipo. “El hombre tal vez estaba lanzando alguna clase de amenaza porque papá lo empujó y golpeó. El hombre cayó de rodillas mientras papá se colocaba sobre él con los puños levantados como un martillo listos a usarlos otra vez si hubiera necesidad”.
Ni en la Casa Blanca ni en la casa del bueno Billy, en el Primer Mundo, hay lugar para “poner la otra mejilla”. Eso solo se receta, fuera de contexto bíblico y la Unión Americana, a los pueblos de Latinoamérica, El Caribe y África.
Al coordinador del Ministerio Internacional Cristo Viene, Pedro Rosa Soto, en el año referido, le preguntamos acerca de la diferencia “entre el cristianismo que predicó Yiye y la tendencia radical evangélica, que en vez de bendiciones aprueba invasiones y lanzamientos de bombas. El representante del evangelista respondió que, como dice la Biblia, ´nuestras armas de milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para destrozar fortalezas´”.
“Hay muchos que se llaman evangélicos, pero más que cristianos son políticos; ahí entra esa actitud cuando apoyan derrocamientos, uso de armas, invasiones y todo ese tipo de cosas. No estamos a favor de la guerra ni que se mate al ser humano. Simplemente, estamos a favor de que reine la justicia de Dios, la única manera es que la gente oiga la Palabra de Dios”, expuso.
Jamás un predicador internacional de la talla del hermano Yiye sostuvo una relación profunda, de amor en Cristo, con un líder revolucionario. Yiye le buscaba y le quería, en las duras y las maduras. El hijo de Camuy, Puerto Rico, se entregaba en cuerpo y alma a dar el mensaje de las Buenas Nuevas a donde iba. Y Nicaragua era uno de sus puertos favoritos como Éfeso y Corinto para Pablo.
El viejo conservadurismo
Para comprender lo que ocurría en los 80, vale presentar el cuadro completo. El antropólogo estadounidense, de la Universidad de Michigan, David Stoll escribió: “Algunas enseñanzas conservadoras –«el verdadero cristiano no está a la izquierda ni a la derecha, sino al centro con Jesucristo»– conllevaban un mensaje bastante claro. Los conservadores también predicaban que «no se puede servir a dos amos», es decir, a la revolución y a Cristo. Después de haber pedido a sus rebaños que se mantuviesen lejos del «mundo», ahora ampliaban el significado «mundo», desde fumar, beber, y otros vicios hasta abarcar el sandinismo. Pero si los sandinistas eran tan mundanos, ¿por qué los conservadores nunca habían condenado lo mundano de la dictadura de Somoza?”
Había un plan funesto. De hecho, una guerra de fondo religioso a la que se prestaron líderes evangélicos reconocidos de Estados Unidos y de Argentina, manipulando la conciencia de los sectores más humildes. Incluso, algunos llegaron a alentar “en Cristo” a la Contra en El Aguacate, Honduras.
El aludido Graham se convirtió en el instructor oficial de los “capellanes” de la Contra, elevando su entusiasmo cuando uno de sus contactos nicaragüenses le mostró una fotografía donde aparecía al lado de Reagan. “Yo estaba impresionado”, dijo extasiado Graham, quien con su equipo se movía en las mismas bases militares y pistas que la CIA ---él mismo ofreció estos datos--- había instalado en territorio hondureño, cerca de la frontera nicaragüense.
Frente a esa intervención, como recuerda el hermano Carlos Escorcia, el único que trajo un mensaje de vida en esos días fue Yiye. Vino como un verdadero profeta, sin ninguna agenda oculta bajo el brazo, más que la mejor de todas las Agendas: La Santa Biblia
A pesar de esa extrema situación donde estos falsos profetas acudían a la Biblia para su infame uso contra el Gobierno legítimo de Nicaragua, Yiye no se apartó de un solo versículo de la Palabra; no lo movieron los intereses de ese momento cuando los “apóstoles” de Ronald Reagan y George Bush imprecaban a los sandinistas.
Yiye fue distinto y ese es su gran legado: que se mantuvo apoyado en su báculo, confiando en el Rey de Reyes y Señor de Señores, no importándole lo que dirían después en Washington por no haberse acomodado a las disposiciones de los magnates industriales y sus fábricas militares, sino, únicamente a los intereses eternos del Reino de los Cielos.
¡Cómo no iba a sentir el Gobierno Sandinista la partida de Yiye! Lo recibió como un verdadero siervo de Dios. Él estaba a miles de años luz de los practicantes de la simonía ----- tratar de manipular con precio de dinero los dones del Espíritu Santo como Simón El Mago---.
“Saludémonos en este día que ha dejado este Plano de Vida, el querido Hermano, el querido Pastor, verdaderamente Cristiano, Misionero de la Paz en el Mundo, Yiye Ávila, amigo incondicional del pueblo nicaragüense”, dijo dolida el viernes 28 de junio la escritora Rosario Murillo.
Nuevas relaciones
Abrirse a las comunidades evangélicas desde el gobierno fue un punto de inflexión en las relaciones Estado-Iglesia, entendiéndose esta última como evangélica y católica. El Frente hizo historia cuando incluyó, entre sus legisladores, a don Chemita Ruiz y Sixto Ulloa, como parte de las modernas relaciones de Estado con el importante sector de la sociedad. Mantuvo excelente comunicación con el CEPAD, el Eje Ecuménico con el finado reverendo José Miguel Torres y el Cepres del reverendo Miguel Ángel Casco, y la Radio Ondas de Luz nunca fue impedida de transmitir la Palabra de Dios, por ejemplo.
Salvo las misas concelebradas por los Obispos católicos, donde iban de frac, a los mandatarios de antes no se les ocurría para nada asistir a los cultos evangélicos ni a sus campañas, porque no estaban a su “altura”. Los presidentes, ministros y la “sociedad” despreciaban a los evangélicos, tildándolos de “sectas” y “fanáticos”.
Gracias a este cambio de paradigma que se profundiza en estos Nuevos Tiempos, se rompe con el pasado y los evangélicos se alzan, desde sus denominaciones, unas más conservadoras que otras, en protagonistas, cuando toda la vida habían sido relegados por los gobiernos, no importara quien estuviese en la Loma de Tiscapa o detrás de los otros poderes: el mediático y el económico.
Yiye fue un punto y aparte. No lo podremos olvidar. Dios le constituyó en su enviado a Nicaragua y junto al presidente Ortega, abrió las puertas a la Iglesia Evangélica: cumplió su misión. Si los falsos profetas bendicen las guerras y golpes de Estado contra las naciones soberanas, ¿cuál es el pecado de apoyar las justas causas de los pueblos?
Yiye dio nos dio el modelo de lo que debe hacerse: “Sonríe si puedes”.